domingo, 16 de diciembre de 2007

Trivialidades cósmicas

Millares de rocas ígneas caían del cielo para besar con lenguas de magma la débil corteza terrestre. Hacía tan solo dos horas que el fin del mundo comenzó, y solo media hora que advertimos que el Sol había desaparecido, consumido en su propia hambre cósmica. Implotó y ni tan siquiera el ruido de su lamento pudo escapar, para volver a expandirse en una mole de gas aniquilador. Quedaban breves momentos de existencia, y yo aún pensaba en la moral del hombre y en el sentido de su conciencia. Abrazos de agua oceánica y ácidos burbujeantes comenzaban a demostrar su afecto a la civilización, eran abrazos de devastación bíblica. Nadie tuvo que decirme lo inútil de mi disertación mental, ya comenzaba a comprobar que de nada servirá que unas conexiones cerebrales sufran por algo que dejará de existir, para siempre. Es hora de unirme de nuevo al ecosistema cósmico para quizás volver de nuevo, en forma de estela sideral en la bóveda celeste de algún pobre planeta habitado por hileras carbónicas...

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