Todo ocurrió en un abandonado duplex de los barrios del Sur, donde antes de la guerra, las conversaciones de marcas de lujo y putas lujuriosas llenaban las bocas de los que allí antes hacían de su vida, un estilo de existencia.
El alma podía cargar con fuerzas de cizallamiento del mismo modo que una bolsa de plástico frente a la presión de unas manos juguetonas, las dos terminarían por romperse. Alexis tuvo que decidir por trigesimo octava vez y después de ello, acabaría como siempre, culpable y hundido por creer que siempre eligía la vía muerta.
Óscar se le moría en sus manos, el coma diabético hizo las maletas de su alma y ya le apremiaba para coger el último vuelo más alla de lo cognoscible. Alexis no pudo hacer nada por conseguir la insulina que mantenía con vida a su enorme y mítico amigo, si lo hubiera hecho, cientos de vidas hubieran caído en pos de la del golem. El golem de Hélike se hundía en su propia carne de piedra para no volver jamás.
- Sé que serás un héroe - le dijo antes de marchar, a un Alexis cansado y a punto de derrumbarse. Y se fue.
Alexis derramó lágrimas en el rostro deforme de su amigo y su desgarro interno creció al saber que esas últimas palabras carecían de sentido. Los héroes los son por arriesgarlo todo, incluso su vida en pos de un objetivo, él, ni siquiera ya tenía vida para poder apostarla. Era un zombi farsante, traidor y egoísta. Y el desgarro se acentuó de tal manera, que de su boca salieron los gritos más agonizantes de su vida, harto de no acostumbrarse a ver marchar a los mortales por el castigo de su inmortalidad y no haber podido hacer nada por ellos, como Frank, como Andrei y como ahora Óscar. Fueron víctimas de sus defecaciones: Dios, indudablemente, a pesar de la poca Fé que le profesó en su larga vida, y luego su madre, por haberle dado una existencia con la que tener que cargar durante cientos de años.
Todo el resto del E-8 escucharon desde el piso de abajo, la narración rabiosa de los estertores de Óscar. Optarían por no decir nada cuando vieran bajar a su coronel, era mejor así. Esperarían la ya mítica frase que siempre utilizaba en los momentos de crisis:
- Señores, tenemos trabajo.
Y como si nunca hubiera pasado nada, comenzarían a trabajar en una guerra que parecía carente de sentido. Así es la vida y la existencia, plagado de hechos objetivos, que vistos desde los ojos del hombre, pueden tener unas connotaciones subjetivas llenas de dolor o alegría, pero a ojos del cosmos, es un discurrir de acontecimientos vanales y triviales...
El alma podía cargar con fuerzas de cizallamiento del mismo modo que una bolsa de plástico frente a la presión de unas manos juguetonas, las dos terminarían por romperse. Alexis tuvo que decidir por trigesimo octava vez y después de ello, acabaría como siempre, culpable y hundido por creer que siempre eligía la vía muerta.
Óscar se le moría en sus manos, el coma diabético hizo las maletas de su alma y ya le apremiaba para coger el último vuelo más alla de lo cognoscible. Alexis no pudo hacer nada por conseguir la insulina que mantenía con vida a su enorme y mítico amigo, si lo hubiera hecho, cientos de vidas hubieran caído en pos de la del golem. El golem de Hélike se hundía en su propia carne de piedra para no volver jamás.
- Sé que serás un héroe - le dijo antes de marchar, a un Alexis cansado y a punto de derrumbarse. Y se fue.
Alexis derramó lágrimas en el rostro deforme de su amigo y su desgarro interno creció al saber que esas últimas palabras carecían de sentido. Los héroes los son por arriesgarlo todo, incluso su vida en pos de un objetivo, él, ni siquiera ya tenía vida para poder apostarla. Era un zombi farsante, traidor y egoísta. Y el desgarro se acentuó de tal manera, que de su boca salieron los gritos más agonizantes de su vida, harto de no acostumbrarse a ver marchar a los mortales por el castigo de su inmortalidad y no haber podido hacer nada por ellos, como Frank, como Andrei y como ahora Óscar. Fueron víctimas de sus defecaciones: Dios, indudablemente, a pesar de la poca Fé que le profesó en su larga vida, y luego su madre, por haberle dado una existencia con la que tener que cargar durante cientos de años.
Todo el resto del E-8 escucharon desde el piso de abajo, la narración rabiosa de los estertores de Óscar. Optarían por no decir nada cuando vieran bajar a su coronel, era mejor así. Esperarían la ya mítica frase que siempre utilizaba en los momentos de crisis:
- Señores, tenemos trabajo.
Y como si nunca hubiera pasado nada, comenzarían a trabajar en una guerra que parecía carente de sentido. Así es la vida y la existencia, plagado de hechos objetivos, que vistos desde los ojos del hombre, pueden tener unas connotaciones subjetivas llenas de dolor o alegría, pero a ojos del cosmos, es un discurrir de acontecimientos vanales y triviales...
Kasabian - Test transmission
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