Los olores en un laboratorio vacío nunca se consiguen aprehender. En unos rincones parece asomar una mezcla de éter y cloroformo, mientras que tras la puerta de una nevera, un aroma picante y ácido inunda las fosas nasales. En un laboratorio vacío solo se escucha de vez en cuando algún pequeño pitido de la calibración de un aparato, los motores de las neveras y el suspiro de la calefacción. Al abrir las puertas de las estancias, no hay nadie detrás esperando, solo la sorpresa de encontrarte con una atmósfera fría o caliente, según si la noche anterior alguien se olvidó de apagar el aire acondicionado. De vez en cuando veo asomar mi reflejo entre los cristales que contienen antiguas soluciones o por entre las ventanas que miran al frío exterior, y me doy cuenta de la soledad que inunda el edificio en cuestión. En un laboratorio vacío los únicos pasos que se escuchan son los ecos de los mios, cuando camino en los claroscuros de sus pasillos...
Iris - It generates.
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