La cadencia del limpiaparabrisas era perfecta. El sonido de la goma friccionando el agua del cristal era capaz de hipnotizar a seres sin conciencia. Trataba de girar por una calle con la esperanza de toparme con algún otro coche o viandante, pero nada. Solo calles mojadas, y de vez en cuando, el cielo y el espacio se volvían morado. Era capaz de imaginar que solo yo quedaba tras un holocausto nuclear, y que la lluvia ácida era, además de mis vasos sanguíneos, lo único que se movía en la Tierra.
Cuando llegué a mi destino, el escenario era el mismo. Pantanos en miniatura, luces sin sombras y el silbido de un viento polar. Caminé hasta desaparecer en la bruma de aquel día, que espero, no se recuerde nunca.
viernes, 12 de octubre de 2007
Tormentas ácidas
Publicado por
NVS
en
8:22:00 a. m.
Etiquetas: Melancolía
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario