Se colocaron sus gabardinas de color sepia y comenzaron a caminar por los entresijos del edificio presidencial en busca de una salida lo más discreta posible.
- Le insisto en que no es una buena idea abandonar el edificio tal como están las cosas. - le dijo Exequias sin mirar directamente a Numan, con tono frío y contundente.
- Coronel, me consta que es un perfeccionista en su trabajo, no hace falta que me lo vaya demostrando a cada minuto. - contestó el general incómodo, mientras abrochaba torpemente su abrigo - Si este mundo esta creado en función de mis sueños y recuerdos, ¿cómo lo voy a disfrutar si no siento sus calles y sus gentes, si no paseo por sus ambientes? No creo que lo llegue a comprender, coronel.
Y en silencio prosiguieron por el árido edificio, falto de adornos y símbolos humanamente cálidos, una masa de hormigón laberíntica, llena de funcionarios en estado catatónico, grises como el ambiente que se respiraba en aquel templo de control político, social y humano. Al final de un pasillo levemente iluminado por unos pocos tubos fluorescentes parpadeantes, estaba una de las puertas secretas que daba a una de las calles de Hélike. Numan sonrió.
Paseaban en medio del gentío y la noche de una de las calles comerciales más importantes del barrio sur. Numan entró en un estado de melancolía tal, que apenas podía reaccionar a todos los cúmulos de información que chocaban brutalmente antes sus ojos, sus oídos y su olfato. Era su pasado que había vuelto, y no podía reaccionar frente al nudo de raíces secas de su garganta ni al poso de sal y agua que intentaban saltar la presa de sus ojos y deslizarse por el cauce envejecido de sus mejillas.
- ¿Crees que no me doy cuenta de que todo esto es una distopía? - le susurro a Exequias mientras pasaban por una carnicería.
- Sabe que soy fiel al estado y a la sociedad que lo mantiene, no existe una mejor forma de que se hayan desenvuelto las cosas hasta el día de hoy.
- Leal hasta el final querido Exequias.
- Más bien comprometido con el estado que me ha ayudado a ser lo que soy. Es gratitud responsable.- Exequias ni siquiera miraba a Numan en sus contestaciones, solo vigilaba cada rostro que se aproximaba, como si buscase a alguien que le resultara familiar. - ¿Porqué me comenta todo esto, señor?
- Fácil coronel, por que estoy solo desde hace mucho tiempo, así de simple.- Numan suspiró profundamente mientras buscaba en los bolsillos de su gabardina el tabaco- Una soledad como la que queda en la habitación tras eyacular y despedir a la prostituta tras haber cobrado.
- Señor, deberíamos acudir rápidamente al edificio del Ministerio de Información y Seguridad del Estado a escondernos, es el más próximo.- interrumpió Exequias el monólogo de Numan secamente.
- ¿Por?
- Me informan de que acaba de haber un atentado con coche bomba de esos fanáticos religiosos a tres manzanas de aquí.
- Esta bien, todo lo bueno acaba...
Numan cogió todo el aire que pudo para poder sentir por unos breves segundos, el pasado en su mente. Luego, se dejó llevar por los pasos de su mano derecha, su confesor granítico.