miércoles, 19 de septiembre de 2007

Cuando...

Cuando todo el mundo se reducía a un enrejado amarillo, no tenía que sopesar mis actos con la intensidad que ahora acuden a mi, como buitres a la carroña. Cuando todo se reducía a elegir que tocaba esa tarde colocar entre las dos rebanadas de pan blanco, no tenía porque hacer de Atlas y soportar todo un globo terráqueo. Las mañanas se hacen largas, las tardes infinitas y las noches... las noches tienen la duración de un mes de Agosto de hace 20 años, quizás porque me evada, quizás porque no sea yo. Cuando creía que era eterno y un día, delante de aquella lavadora, me revelaron mi mísera mortalidad, y la de los otros. Ahora solo me toca vivir como parten unos, como se quedan otros, y como a veces, puedo incidir en el mundo natural de este universo. Espero que no sean demasiadas, comienzo a estar cansado. Lo siento.

Yo y mis índigas

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