Debería haberle abrasado el rostro, pero no sintió nada. A su alrededor, decenas de cuerpos en combustión se convulsionaban como si de una danza tribal se tratase, hasta que la musica paró para dar paso a humeantes restos de carbón. Era la sinfonía del estallido nuclear. Sabía que la temperatura allí era elevada, su piel se derretía pero no sintió nada.
La sensación de calor solo era un mero recuerdo de los vetustos días en la playa, con el olor característico de la espalda de ella, mezcla de salitre, protector solar y verano. Comenzó a salir de aquellas trincheras como podía, esuchando los gritos de los que se desgarraban de dolor, le recordaban a las gaviotas que sobrevolaban el puerto en las tardes de Dubrovnick, cuando el único problema era no mancharse con el helado que corría líquido por sus dedos.
Eran tiempos díficiles y solo podía escudarse en la memoria de un verano que ya no volverá, porque ni el escenario ni los actores existían ya. Solo quedaba él y el terrible dolor de no sentir ni el calor que hacía que su piel burbujeara.
El olor de su espalda, el susurro de las olas, la arena pegajosa, el sol abrasador, las miradas fruncidas, la gota de sudor, la garganta reseca, el graznido de las gaviotas, ella cabalgando sobre mi vientre, el olor de las algas, los incansables grillos, la noche de las ventanas abiertas, el rumor del mar, el fin de los momentos...
Y hubo otra explosión.
La sensación de calor solo era un mero recuerdo de los vetustos días en la playa, con el olor característico de la espalda de ella, mezcla de salitre, protector solar y verano. Comenzó a salir de aquellas trincheras como podía, esuchando los gritos de los que se desgarraban de dolor, le recordaban a las gaviotas que sobrevolaban el puerto en las tardes de Dubrovnick, cuando el único problema era no mancharse con el helado que corría líquido por sus dedos.
Eran tiempos díficiles y solo podía escudarse en la memoria de un verano que ya no volverá, porque ni el escenario ni los actores existían ya. Solo quedaba él y el terrible dolor de no sentir ni el calor que hacía que su piel burbujeara.
El olor de su espalda, el susurro de las olas, la arena pegajosa, el sol abrasador, las miradas fruncidas, la gota de sudor, la garganta reseca, el graznido de las gaviotas, ella cabalgando sobre mi vientre, el olor de las algas, los incansables grillos, la noche de las ventanas abiertas, el rumor del mar, el fin de los momentos...
Y hubo otra explosión.
1 comentario:
Arcoiris estival.......
Camino sobre baldosas doradas como el sol...
Que me llevan al azul nocturno...
Precioso...precioso arcoiris...
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