viernes, 29 de agosto de 2008

Oh Gein, oh monstruo

No sabía distinguir si aquel impulso era meramente debido a su desviación sexual o quizás, a la melancolía de tiempos que ya no vendrán jamás. Con sus mórbidas manos agarrando aquella verja, observaba mudo a decenas de niños correr detrás de un balón o creando mundos en la hora del recreo.

Él no recordaba el patio del colegio de esa forma, sumido en una noche que nunca se acababa y solo vigilado por enormes focos de luz sintética.
Hubo un tiempo en que el sol del mediodía jugaba a crear sombras con la pelota, a salpicar de destellos las gafas del más listo y a secar las lágrimas del perdedor. A pesar de que los pocos recuerdos que aún le quedaban no eran felices
y ya no volverían nunca más, al menos parecían inocentes. Apoyó su cabeza sobre la verja, cerró los ojos y se desmoronó. Toda una masa grasienta y sin vida temblaba de desesperanza e impotencia, sin advertir, que al otro lado de la valla una niña de coletas lo miraba preocupada. Acercó su mano a la de él entregándole lo más preciado que tenía en ese momento. Gein abrió los ojos, la observó detenídamente como un animal ante una amenaza y cogió lo que la cría le ofreció. Era tan solo una pequeña tortuga de madera la que descansaba ahora en su mano, la niña sonrió ofreciendo nostálgicos huecos dentales y se fue rápidamente a resguardarse de la lluvia que comenzaba a dar signos de vida sin previo aviso.

Gein guardó aquel obsequio en uno de los bolsillos de su gabardina y se dió un grándisimo bofetón en la cara.

- No, hoy no maldito monstruo, ¡¡¡¡hoy no!!!

No hubo sol para secar las lagrimas del perdedor.


Slowdive - Country rain


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