martes, 29 de julio de 2008

Compra-venta de soledad

- Me inquietan mis propios pasos - le dijo mientras se desproveía de sus calzoncillos amarillentos.

- ¿Porque no sabes a donde te llevan? - le pregunto ella entre dientes, mientras sujetaba con su boca la goma que presionaba su brazo para ensalzar sus castigadas venas.

- Porque no sé de donde vienen...

Veinte minutos después, ella cogió sus dos mil pesetas y se largó dejándolo solo, con los ojos fijos frente a la carta de ajuste.

Migala - Aquel incendio.

domingo, 27 de julio de 2008

Volver a empezar

Ya todo había acabado, y de la mejor manera posible. La victoria, tras años de batallas y luchas encarnizadas, por fin llegó. Aquel día parecía que nunca iba a aparecer por entre las cortinas de las horas de infinita espera, muerte y destrucción. Cuando se proclamó la victoria, tardaron tiempo en concebir que verdaderamente la habían conseguido. La algarabia de la población era patente.

El grupo que lideró iba disminuyendo en su vuelta a casa. Poco a poco, sus hombres iban quedándose en los lugares de origen, según los iban alcanzando. Se despedían con un abrazo, una sornisa y un apretón de manos. Muchos sabían que no iban a volverse a ver jamás y otros estaban seguros de que cuando las ciudades se reconstruyeran, pasarían uno al lado del otro y no se reconocerían, el tiempo erosiona los recuerdos.

Una sensación incómoda le apretaba la garganta según iba quedándose solo. Cuando el último de ellos se despidió de él, la presión de su nuez era insoportable. Hacía memoria de todo este tiempo, en el que su cabeza estaba ocupada en un solo objetivo. Días y días de esfuerzo para no perder la vida ni la de los suyos. Ahora le esperaba su casa vacía, sus tierras y algo de ganado.

Caminó durante unos días más. Llegó hasta un gran olivo, el cual proyectaba su sombra majestuosamente por aquellas tierras rojizas y silenciosas. Se desnudó y se sentó bajo él hasta covertirse en huesos,y luego... en polvo.

sábado, 26 de julio de 2008

Los hombres

No es el momento para creer en los hombres, aún no se dan las circunstancias.

Pero... ¿Son esos los hombres que a pesar de sus formas humanas, pululan el tiempo y el espacio presas de un alienado concepto de la realidad promovido por un estado totalitario y obsoleto? O quizás... ¿Hombres son aquellos que ni tan siquiera sus formas alcazan las reminiscencias de lo humanoide pero que en sus actos llevan los ideales humanos que hicieron tan grandes a sus antiguos y olividados predecesores?

O bien, puede ser que con menos posibilidades, sean hombres aquellos que levitan en el tiempo con actos sin vida, con rostros sin vida, con alientos sin vida.

Aún no se puede aprehender la esencia del hombre.

Ministerio para la Seguridad del Estado

El brazo ejecutor de Hélike. Compuesto por miles de hombres, tanto civiles como fuerzas y cuerpos de seguridad, velaban por la estabilidad del sistema. La homeostásis de un estado se regulaba por una retroalimentación negativa en forma de control y anulación. La sinergia perfecta entre hombres e ideal político.

El alto comisario Tavernier, pertenecía a la élite de esta cartera. Sus actos devinieron en un conjunto de sucesos que llegarían a colapsar todo aquello en lo que creyó y por lo que luchó. Él acabó con la vida de la joven periodista Nadia Fodor.

Fue en la madrugada de las almas, cuando el que pulula las calles tiene mucho que ocultar y poco que decir. Esas noches en las que la humedad se alía con el vapor y recrean los tiempos en que existían seres de otros mundos. Ella regresaba, sola, tras una reunión con los jovenes que pretendían una revolución. Hacía tiempo que no se la veía tan contenta ya que iba a formar parte de algo grande.

Y el vaho dejo entrever una silueta cerca del portal de su domicilio. La corbata de tonos sepia desvelaba sus intenciones.

Todo fue muy rápido. Un empujón, el brillo de una pistola en su sien y un sexo arremetiendo contra otro sin el permiso de unas piernas. El tiro fue silencioso, como la muerte de Nadia, como la mirada kantiana de un observador neutral en lo alto de un alfeizar, como la conciencia de un monstruo convertido en héroe de estado.

Esa noche Tavernier no pudo dormir, y se extrañó. Había cumplido con sus obligaciones, había liberado a Hélike de una terrible confabulación que amenazaba los pilares del socialismo científico en los que se sustentaba. Se extrañó que luego todo explotara. La conciencia no pudo con el deber.

Mazzy star - Fade into you


sábado, 12 de julio de 2008

Paranoia

Los demás vienen a consumir como terapia paliativa frente a la línea plana que representa a sus vidas, yo acudo a hacer mi trabajo. Cuando las dos hojas de la puerta se deslizan para darme paso al gran centro comercial, siento que estoy solo a pesar de la muchedumbre. Camino despacio, observando los escaparates, pero tan solo disimulo para buscar los puntos "calientes" como solía comentar Gein, donde colocar explosivos. Unos padres columpian a su hijo con sus brazos, el niño mira más allá de mis gafas de sol y siento su miedo.

Cuando más sumido está uno en su objetivo, más facil es que ocurra algo inesperado. A mi me ocurrió cuando sentí la llamada del señor... y ahora. Las luces principales se apagaron dando paso a las de emergencia, megafonía avisaba del desalojo en calma de los grandes almacenes. Vrøvl!. Cientos de "escarabajos", como llámabamos a los del grupo especial de operaciones, se hacían con posiciones en todo el perímetro. Venían a por mi. Vrøvl, vrøvl, vrøvl!.

Corrí como alma en el infierno por los pasillos de la juguetería. Sonrisas cristalizadas intentaban confundirme desde sus lejas. Las voces de los escarabajos gritaban órdenes por doquier, iban a dar conmigo, acabaría acompañando a Andrei en su purgatorio... ikkeikkeikkeikkeikke. Logré esconderme entre una montaña de peluches de colores pardos. Desde mi posición vi correr de un lado a otro a varios escarabajos y entonces fue cuando vi el fin de todo. Exequias, plantado fuera de la juguetería con el mentón en alto, como un Duce inmortal. Ahora estaba realmente seguro de que venían a por mi, apiadate min Gud. ¿Como sabían que estaba aquí? Alguno de los legionarios de la Fé me había delatado, bastards. Los ojos pétreos me observaban desde sus lejas...

Cuando se alejaron de mi posición, huí de allí rápidamente. El tiempo y el espacio empleado en mi carrera se escaparon de mi recuerdo, hacía siglos que no sentía ese miedo, me convertí en aquel niño que comprobó el vacío que se escondía tras mis gafas de sol. Venían a por mi, a llevarme al purgatorio del tiempo. Y es cuando comprendí que me equivoqué, fue todo tan rápido que ni siquiera reaccioné. Un error de atención y diez escarabajos pasaron junto a mi, uno de ellos se acercó y me grito que me fuera de aquel sitio. Aturdido por las sonrisas de los muñecos, no entendí bien lo que aquel tipo me decía, y me empujó violentamente en dirección a una salida de emergencia.

Caminando lentamente hacia la salida, intentando recomponer las piezas de lo sucedido, pude observar como Exequias, a lo lejos, usaba sus manos para desintegrar la materia, ni siquiera me sorprendió aquello. Lo que me impactó fue la sensación de que no iban a por mi, buscaban a otro, a un desertor del E-1, a Requiem,... el que huía con una sonrisa de muñeco.

Algo me está sucediendo, creo que me estoy volviendo paranoico (y la puerta de emergencia se cerró tras él)

Jostein Jhonsen. Demasiado tiempo en vida.

viernes, 11 de julio de 2008

La vuelta del hombre

Nadie advirtió que el fin estaba cerca. Los síntomas pasaron desapercibidos por entre miles de millones de seres humanos; normal, su atención fue desviada premeditadamente hacia cuestiones triviales. Como tuvo que ser.

Plaga apocalíptica escrita en textos apócrifos. Comenzaron a surgir focos aislados de pandemia devastadora por toda la Tierra, la cuarentena no hizo más que frenar el inexorable devenir de los acontecimientos. Un foco de infección dio a luz a otro a pocos kilómetros, y éste a varios a la vez. Cuando el terrible temor llegó a las colonias de cemento, grandes coches lujosos y lecciones de moralidad en forma de colonia y bronceado total, el humano volvió a ser humano. Depredador y temoroso de su fin, el instintó venció a la tan sobrevalorada racionalidad.

Ya no queda nada de lo que una vez se llamó civilización. De vez en cuando, en los caminos que antaño eran autopistas, puede verse a alguna figura humanoide arrastrar los pies en eterna penitencia. Son pocos los que quedan, y solo hacen que darle una falsa esperanza a su especie a traves de breves retazos de tiempo. De lo que estoy seguro, es que en Tierra, ya no quedan miradas de seres humanos.


Gritos de silencio

Y por fin volvieron a respirar el aire libre de azufre y protoactinio. Cegados por la libertad, gritaban guiados por el paleocortex. Gritos de humanidad auténtica, de desinhibición social y moral. El grito del hombre. Y que culpa tenían esos pobres gitanos de verlos surgir de la tierra para rugir con sus sonidos desgarradores, que culpa tuvieron de vivir cerca de un polvorín.

Y que culpa tiene el hombre de ser hombre.

Llegaron para no regresar jamás.


El plan maestro y los hijos de la mutagéneis

sábado, 5 de julio de 2008

A veces me das miedo

- ¡Y como me vuelvas a contestar te inflo a palos! ¿Me has oído?

La escena de una madre presa de la ira frente a un hijo de ojos vidriosos era contemplada desde destrás del cristal de una cafetería. Oscar los observaba por entre los burdos dibujos de una paella, un pulpo y unas letras desgastadas que eran lo único que proporcionaba alegría a ese tugurio.

- ¿Donde estuviste estos días? - preguntó Oscar mientras seguía observando como la mano de esa mujer azotaba sin compasión el trasero del pequeño.

"Excavaciones científicas detectan gritos humanos desgarradores provinientes de las profundidades de la corteza terrestre" rezaba el titular del periódico que un Alexis impasible sujetaba entre sus manos.

- Por ahí, convirtiendome en un puto mesías - le contestó sin apartar los ojos de uno de los pocos periódicos clandestinos que se podían encontar en Ipsópolis.

- ¿Qué...?

- Mira Oscar, si te lo cuento no te lo vas a creer - Alexis doblaba con cuidado el diario. - Así que seré directo.

- Adelante, Marburg.

- Tengo encadenado en casa a un mutante de los submundos al cual he convertido en un muerto viviente por hijo de puta, he bajado al submundo desde donde lo enviaron, el líder de aquello, un puto viejo a punto de palmarla, me ha convencido para que libere Hélike de un presidente demagogo y tirano. Le he dicho que me lo pensaría.

- Tenías razón, me cuesta creerte y si me lo permites, creo que esos cubatas tan cargados que te haces a todas horas te están afectando - Oscar lo observaba con una mirada dura, mezcla de incredulidad y pena.

- Lo peor de todo esto - continuo Alexis sin prestar atención a la contestación recibida, observando la calle tras el cristal, - es que es la repetición de todo una y otra vez.

- No entiendo.

- Después de cientos de años, te das cuenta de que el hombre siempre actua por unos mismos patrones, quizás aderezados con algún adorno que hacen que parezcan distintos a ojos de los demás, pero siempre son iguales. Se repiten una y otra vez con rostros y sexos distintos pero ya están determinados, como todo en este puto mundo.

- Marburg...

- Quizás luche por algo que ni merezca la pena. Tendría que dirigir una empresa colosal, solo para que ese niño de nariz sangrante no odie a su madre en un futuro, ya que ella siempre estuvo sometida a un sistema alienante dirigido por un gobierno carente de sentido - Alexis señalaba con desgana a las dos figuras que aún permanecían al otro lado - Y al final él la seguirá odiando.

- Mira Marburg, antes me imponías respeto pero ultimamente... me das miedo - y Oscar separó levemente su cuerpo de la mesa.

- Eso me decían cuando estaba vivo - y tomó el último sorbo de su vaso.

The Cure - The last day of summer

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