Podíamos pasarnos horas follando, solo para pasar el tiempo. En un segundo, la escena de frios cuerpos entrelazados como lianas en baobabs, pasaban a formar parte de dos binarias eternamente girando en el vacío, como siempre. Ella en el baño, vomitando muerte y yo en la terraza, fumando memoria. Copulábamos solo para pasar el rato, como quién hurga su nariz mientras espera en un semáforo o explota espinillas de su barbilla viajando en el ascensor. El orgasmo hacía tiempo que se extinguió como un dodó en las selvas de nuestos sexos. Nunca sabré porque lo hace ella, y es que está tan cerca pero tan lejos que me sería más fácil caminar un millón de años luz antes que llegar a su esencia. En mi caso, solo me acuesto con ella a modo de evasión, una manera de que en unos breves momentos de tiempo, pueda viajar a Dubrovnik y vivir de nuevo aquella tarde de junio, antes de lo inminente, cuando jugábamos con las olas a ser poseidones de carne.
Ella era otra y ya no está. Yo sigo siendo el mismo, y lo malo, es que he perdurado demasiado...
Radic Vojnovic (Duran duran - Ordinary world)
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