sábado, 3 de mayo de 2008

Los triángulos sin vértices

"Sabía que era lo último que escucharía de él como confidente, amante o siervo, según por donde se mire. Fui la causa del cisma, porque quise, porque tocaba hacerlo, - Se acabó Laura -, me dijo. Me miró de arriba a abajo, desnudándome, mostrándome la pena que sentía por mí, y se fue. Entonces me di cuenta de lo horrible que era, que soy y que seré. Porque quise, porque tocaba hacerlo..."

"La vi follando con el peor hombre de la Tierra, sabía que la observaba y por ello besaba su nuca. Se acabó Laura, dejaré de proyectar en ti, cúmulo de carne macilenta, lo que perdí hace siglos. Dejaré que te pudras en la culpa de la cual yo ya no me siento esclavo. Por mi podrías aniquilarte en el horror de contemplarte tal como eres, por mi podrías desaparecer del cosmos, como si el polvo de estrellas del que estuvistes hecha nunca hubiera existido. Y aún así me rompería de dolor..."

"Me tocó el papel del repudiado, todo por el objetivo final. Sentí el sexo seco y pestilente de ella contra el mio, sentí la mirada de él en mi nuca. Me abstraí pensando en la naturaleza del hombre, como siempre. Cuando todo hubo terminado tuve que ir a por él, mentirle y seducirle con mis palabras de apostol del engaño. Sé que algún día pagaré por todo lo que hago pero al fin y al cabo ya me da igual, lo he perdido todo y estoy tan solo como la Voyager 2, emitiendo señales que ya nadie escuchará..."

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