miércoles, 21 de mayo de 2008

El último héroe

Era un perfecto kantiano. La obligación de realizar lo correcto en todo momento, calibrando sus actos hasta el límite de la perfección. Kimera, el último héroe de Hélike, que tomando la letra K como símbolo y en alusión a los perdidos personajes kafkianos que al igual que él, pululaban mundos complejos y absurdos.

Hoy se topó con la muerte. Era el día en que su vida debía de acabar para nunca más salvaguardar la de los débiles.

- Me alimentaba de insectos y ratas. La comida del estado no ha podido alienarme como a los demás- le dijo a su verdugo.
- Fuiste listo, - le respondió mientras ajustaba sus gafas oscuras - siento lo que voy a hacerte.
- No te creo Bautista.
- Sabes demasiado de mi.

Y después de las palabras vinieron los golpes. Puñetazo tras puñetazo, Kimera iba desfigurando el rostro de su adversario. Sobre el cuerpo de El Bautista, Kimera se veía inmerso en una fiesta brutal de golpes, nadie hubiera dudado de quien sería la victoria en un principio.

- Algún día te cansarás Kimera, no eres eterno, solo un héroe.

Y es cuando los huesos del rostro de El Bautista comenzaron a asomar tímidamente bajo su carne pútrida, cuando Kimera desfalleció. El Bautista se incorporó impasible, le repitió de nuevo que lo sentía pero que su deber estaba más allá de lo correcto. Su carne aún se pudrió más, sus arterias se tornaron más azules y Kimera solo pudo decir entre respiraciónes entrecortadas: "¿Qué eres?"

- Soy la muerte, la soledad y la podredumbre (mordisco). Soy el vacío de los hombres, la desesperación y la desidia de la eternidad (desgarro). Fui un hombre, luego un Magistrado y ahora un mercenario (mordisco). Soy Jostein Jhonsen (mordisco). Como si tener un nombre me identificara con los hombres... (desgarro)

Y Kimera dejó de existir.

The birthday massacre - goodnight

domingo, 18 de mayo de 2008

Miles de años

Llevo mil años sin levantar cabeza, cada vez el giro de la vida es peor que el anterior. No importa, soy un tipo frío e impasible, pero es que de un tiempo hasta aquí, ya no tengo ganas de nada. Me he cansado de luchar contra mi naturaleza, hastiado estoy de defender mi negocio de extorsión, mercenario y drogas. No me motiva.

- ¿Por qué me cuenta todo eso Sr. Marburg?
- Quizás porque he sobrevivido a todos los que conocía. No tengo a nadie con quien hablar - le respondió apurando la última calada de su cigarro, mientras masajeaba con indiferencia su sexo desnudo.

Llevo mil años intentando agarrarme a los pocos recuerdos que me quedan de lo que fui. Cada día el tiempo, como una segadora mortal, barre algún detalle de ellos y eso me pone de muy mala hostia. Las sirenas se escuchan ahí abajo, en la calle mojada por una lluvia artificial, todo el mundo sigue su inercia sin preocuparse de lo que ocurre tras cada ventana de estos edificios colmena.

- Sr. Marburg, usted me da mucha pena - le soltó antes de marcharse.
- Pocos tiene el valor de decirme las verdades como puños a la cara, deben tenerme miedo.
- No cometa ninguna locura. Chao.

Y aunque quisiera cometerla, sería en vano...

viernes, 16 de mayo de 2008

Meditando en la noche

Nos separamos hace tantos años que generaciones de hombres podrían haber proclamado multitud de guerras y firmado ingentes tratados de paz en ese tiempo. En muy contadas ocasiones nos hemos cruzado por estas calles, el disimulo es nuestro amigo, pero las céntesimas de segundo en que nuestros ojos antediluvianos se cruzan nos hacen asegurarnos que aún existimos en este plano de deprimente existencia.

En las noches marcadas por un reloj - que no por bolas de helio - algunos de nosotros, magistrados renegados, subimos a las terrazas infestadas de antenas de televisión y cables, para durante unos minutos observar. Tiempo en que quizás meditemos sobre la propia levedad de la existencia de aquellos que pululan bajo nuestros pies. Algunos contemplamos las consecuencias de nuestras obras: coches bomba, niñas, prostitutas de pómulos marcados, persecuciones policiales, peleas de pandillas, algún yonqui moribundo con su jeringa aún colgando del antebrazo, el vaho de las alcantarillas o los neones pulsantes invitando a la disolución de la conciencia.

No vigilamos, solo observamos esta puta mierda de ciudad-estado, sin advertir que quizás el tiempo esté a punto de acabarse...


Joe Satriani - Always with me, always with you

jueves, 15 de mayo de 2008

La vergüenza de los perfectos

Fue la última vez que sé que hice lo correcto. Después de aquello ya no volví a ser el mismo, ni falta que hace.

- Olvídate de mí, corre y disfruta de la vida que te queda. Hazme caso y huye de mi sombra, hazme caso...

A ello le sucedieron cincuenta "porqués", no le di ninguna respuesta. La desazón le duraría un par de meses, luego sería más fuerte. Conmigo... hubiera muerto. A partir de ese día todo cambió, solo por el mero hecho de dejarla marchar para siempre, abrir mis arterias en una bañera de agua fria y resucitar a la semana siguiente, con todo el vacío de los hombres arrastrado en mi interior.

Siglos después aún la recuerdo. A cada muerte, violación y puñetazo que doy a mis víctimas femeninas, tengo la necesidad de pedirle disculpas. La voz del Presidente retumba en mis oídos todas las noches, en compañía de alguna desgraciada que tropezó en mi camino. El asco por todo rezuma venganza en el lado equivocado, lo sé y no puedo evitarlo; pienso en ello cada vez que me encuentro sólo frente a mi espejo de mano y mi billete enrrollado y las guitarras resuenan en la estancia contigua.

Aún siento alivio por haberla dejado ir... aunque tuviera un buen culo. (puñetazo)


Capitán B.W.

The Jesus & Mary chain - Just like honey

sábado, 10 de mayo de 2008

Lluvia bajo el sol

Cuando quise darme cuenta ya estaba despierto y en la calle. Todo se había convertido en desconocido para mi, como anteayer y el día tres de Mayo de aquel año en que se vio en el cielo rocas ígneas caer en el océano. Quise caminar sin alejarme de lo que realmente podía reconocer como perteneciente a mis recuerdos, una simple farola. Así que dí circulos alrededor de ella abarcando poco a poco un radio mayor, hasta poder adentrarme sin miedo en la jungla de esta megalópolis que es mi hogar.

Llueve y hace sol, cosa que suele suceder una sola vez al año avisándote de que todo es posible y que quizás mañana, aparezca en el horizonte de sucesos de un agujero negro de nueva creación, camine sobre rios de lava que sepultan a los que conocí alguna vez o simplemente aparezca en un cine acompañado de un ser extraño del cual solo conozca su nombre pero no su esencia. Es igual, te alejarás en el espacio así como en el tiempo y no quedará nada, ni siquiera la estructura elemental de los átomos que constituyen ahora tus perfectas formas.

Camino bajo la lluvia mientras se pone el sol. A solas... como debe ser.

Echo & the Bunnymen - The killing moon

jueves, 8 de mayo de 2008

El hombre del saco

Se podría decir que sólo era carne, obesa y mórbida. Pero entre sus pliegues grasos y quistes sebáceos existía un ser pensante, simple cacofonía del ideario cartesiano. "Ya no lo volveré a hacer más" era la frase más repetida durante sus cientos de años condenado a la tortura de sopesar una personalidad aberrante en un mundo hipócritamente aberrante.

Por donde él pasaba, un triciclo quedaba vacío y por donde él suspiraba, un columpio se mecía en la soledad de la infancia. Su frase queda vacua ante sus hazañas de los bajos fondos, tan bajos que la moral humana puso freno y muros de Berlín, ahí donde se asomaba la repugnante líbido de un monstruo.

"Soy un buen hombre, joder, un buen hombre..." era su segunda frase más repetida cuando sus bajos deseos, pertenecientes a aquel monstruo que se apoderaba de él de vez en cuando, terminaban por complacerse.

Hoy es sábado por la mañana. "Soy un buen hombre, joder, un buen hombre..." suena por enésima vez en aquel sótano, acompañado de la televisión que emite una reposición de Santiago Auserón cántándole a una bola transparente, tan transparente como los recuerdos de la infancia...

La rutina de Gein Bonjörsson

Echo & The Bunnymen - Ocean Rain

sábado, 3 de mayo de 2008

Los triángulos sin vértices

"Sabía que era lo último que escucharía de él como confidente, amante o siervo, según por donde se mire. Fui la causa del cisma, porque quise, porque tocaba hacerlo, - Se acabó Laura -, me dijo. Me miró de arriba a abajo, desnudándome, mostrándome la pena que sentía por mí, y se fue. Entonces me di cuenta de lo horrible que era, que soy y que seré. Porque quise, porque tocaba hacerlo..."

"La vi follando con el peor hombre de la Tierra, sabía que la observaba y por ello besaba su nuca. Se acabó Laura, dejaré de proyectar en ti, cúmulo de carne macilenta, lo que perdí hace siglos. Dejaré que te pudras en la culpa de la cual yo ya no me siento esclavo. Por mi podrías aniquilarte en el horror de contemplarte tal como eres, por mi podrías desaparecer del cosmos, como si el polvo de estrellas del que estuvistes hecha nunca hubiera existido. Y aún así me rompería de dolor..."

"Me tocó el papel del repudiado, todo por el objetivo final. Sentí el sexo seco y pestilente de ella contra el mio, sentí la mirada de él en mi nuca. Me abstraí pensando en la naturaleza del hombre, como siempre. Cuando todo hubo terminado tuve que ir a por él, mentirle y seducirle con mis palabras de apostol del engaño. Sé que algún día pagaré por todo lo que hago pero al fin y al cabo ya me da igual, lo he perdido todo y estoy tan solo como la Voyager 2, emitiendo señales que ya nadie escuchará..."

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