Sus hoyuelos, su nuez marcada, esas auroras viajando en sus ojos enormes. Pero lo más peligroso de él, era su voz, un pulso de ondas en el aire que llegaba a extasiarte como una siesta de julio en la playa. Y conocía las palabras exactas. El tiempo era suyo.
Ninguna ofrecía resistencia a La Presencia. Incluso sus ademanes y forma de andar, lubricaba cada una de las vaginas de aquella sala. Podríamos haber hecho lo que él quisiera, y lo sabía.
Hileras de carne cachonda esperando a ser la elegida, a formar parte del harén de aquel macho alfa, cancerbero de nuestros sexos y cercenador de nuestro yo. Elígeme y todo cobrará sentido,... o no.
El mayor depredador de Ipsópolis, la violencia bella, el oxímoron del cariño.
Scanner (Teniente Brian Willis). Proxeneta del amor.
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