Rezuma traición.
Es la hora de terminar mi jornada por lo que la meditación de mi sentencia es rápida. Quizás difusa. Sus ojos suplican compansión a pesar de su rostro desafiante. Culpable de traición al estado y de servir a grupos terroristas.
- ¿Por qué?
- Las pruebas son irrefutables. Los hechos innegables. Es la ley.
Encerrado de por vida es lo que le esperará en su juicio. No tendrá ninguna oportunidad, la justicia en Hélike es implacable. He hecho mi trabajo de la mejor manera posible, sirviendo al estado que nos protege de las pesadillas que rondan el exterior de la cúpula, por lo que no caben remordimientos.
Cuando abandono el frío e imponente edificio del Ministerio para la Seguridad del Estado, un escalofrío muerde mi espinazo. Ocurre a menudo, pero no consigo explicarme el porqué aunque medite sobre ello en mi trayecto en metro hasta mi hogar. El movimiento de los vagones a veces me hace despertar de mis disertaciones silenciosas, y es cuando observo la garganta oscura de Hélike por la ventana, ni siquiera las luces de neón someten la noche que se instaló sobre ella durante siglos. Al llegar a casa, cenaré verdura hervida y un filete de pescado, igual que ayer, al igual que anteayer, la semana pasada, el mes pasado y así durante mis 32 años de servicio.
Solo me queda el estado y solo, camino hasta mi dormitorio.
Buenas noches.
- ¿Por qué?
- Las pruebas son irrefutables. Los hechos innegables. Es la ley.
Encerrado de por vida es lo que le esperará en su juicio. No tendrá ninguna oportunidad, la justicia en Hélike es implacable. He hecho mi trabajo de la mejor manera posible, sirviendo al estado que nos protege de las pesadillas que rondan el exterior de la cúpula, por lo que no caben remordimientos.
Cuando abandono el frío e imponente edificio del Ministerio para la Seguridad del Estado, un escalofrío muerde mi espinazo. Ocurre a menudo, pero no consigo explicarme el porqué aunque medite sobre ello en mi trayecto en metro hasta mi hogar. El movimiento de los vagones a veces me hace despertar de mis disertaciones silenciosas, y es cuando observo la garganta oscura de Hélike por la ventana, ni siquiera las luces de neón someten la noche que se instaló sobre ella durante siglos. Al llegar a casa, cenaré verdura hervida y un filete de pescado, igual que ayer, al igual que anteayer, la semana pasada, el mes pasado y así durante mis 32 años de servicio.
Solo me queda el estado y solo, camino hasta mi dormitorio.
Buenas noches.