domingo, 13 de octubre de 2019

Los vientos del tiempo

Soliamos jugar tras el inmenso amasijo de concreto y hierro. Erecto e imponente, se alzaba estoico recordando que todo perece. Mientras el balón  golpeaba los muros que representaban el brutalismo arquitectónico, en el mismo punto cardinal pero con una diferencia temporal, eran las miles de teclas las que golpeaban vetustas máquinas de escribir. Ya es mañana, en el ayer, y tras los marcos sin ventanas, cientos de rigidos rostros persiguen un objetivo común,  sin percibir los gritos de alegres niños celebrando tu primer gol. Toneladas de cemento viejo en silencio, observando pasar las sombras de cada atardecer,  en los confines de un mundo que no existe. Que ya no nos pertenece.

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