domingo, 22 de septiembre de 2019

El principio

Era una tarde de principios de mayo. Calor y ecos de graznidos en el patio interior. Mis manos vacías, como mi alma, reposaban sobre mis huesudas rodillas. Tomé aire, caliente y me asomé a la ventana. Observé el vacío y lo reconocí. Era esa tarde, la última  conmigo. El suelo se aceleró hacia mis ojos, no los cerré. Un dolor agudo dio paso a un sentimiento de paz. Todo cobraba sentido.

Luego me trajeron de vuelta, pero eso es otra historia. 

Nunca fui mas feliz que en esa tarde calurosa y húmeda de mayo.

A.S.

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