Sus miradas se cruzaron, y fueron más humanas que cuando estaban vivos. Andrei le sonrió, y Gein asintió. Sin más, vieron el futuro cercano y Andrei comprendió lo que iba a suceder.
- Brilla gordo, brilla como las cefeidas – le espetó a Gein mientras de nuevo se giraba para controlar la oscilación del viejo helicóptero. Pulsó el botón de seguridad de la puerta lateral, donde Gein venía asomándose hacía un rato, y a continuación subió el volumen de la música que le apasionaba. El Roots de Sepultura.
Gein contempló bajo sus pies la magnificencia del Die Parlament, y supo que era lo último que iba a ver en su no-vida. Por fin haría algo bueno tras tantas centurias de violaciones y asesinatos,… por fin. Saltó para volver a ser entropía.
El destello cegó durante unos segundos al Teniente Gorlukovitch pero sin afectar a la estabilidad del aparato. Sus ojos se humedecieron.
No estaba loco.
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