La noche habia sido movida, muy movida. El disparo en su rostro rompió su poca simetría facial y dos de sus molares cayeron repentinamente al suelo de cemento, rebotando contra él hasta que unos pies femeninos frenaron su viaje. Escupió sangre coagulada, respiró hondo y se incorporó.
- ¿Necesita ayuda? - la voz de la joven no reflejaba sorpresa alguna, como si esa escena se hubiera repetido una y otra vez en cada noche de su vida.
- No - respondió secamente Marburg mientras se sacudía el polvo de su viejo traje.
Bajo los puentes de Hélike, las dos figuras se contemplaban a escasos metros. Él encendió un cigarro y su mirada se dirigió a aquellos pies perfectos. La mitad derecha de su cara colgaba de manera grotesca, pero el dolor hacía tiempo que era un desconocido.
- ¿Es usted alguna clase de encantador perturbado? - Le preguntó mientras descalzaba delicadamente el pie izquierdo de su sandalia blanca.
- No sé a que te refieres, nena - fue de nuevo cortante, subiendo paulatinamente su mirada hasta encontrarse con unos ojos terribemente oscuros, el resumen del cosmos.
- Le vengo observando desde hace meses - su pie jugueteba con su pantorilla derecha. - Siempre manteniendo las distancias, siempre observando mis pies.
- Mira nena, no me toques los cojones - Alexis comenzó a elevar su tono - He tenido una noche de mierda y solo falta que una furcia me venga ahora a joderme.
- ¿ Eso es lo que quiere? ¿Que le jodan bien jodido? - y la otra sandalia salió despedida en dirección a Marburg.
- Por menos he arrancado alguna cabeza.
- Usted no me asusta - le dijo mientras se acercaba a él de forma sinuosa- He vivido lo peor que un ser humano podria soportar, ni por mas años que usted pudiera tener, habrá sentido el dolor que he tenido que aguantar. Ni se lo imagina.
Su rostro se quedó a escasos centímetros del de Alexis. Y comenzó a lamer sus heridas.
Todo acabaría en tripas y sangre.