sábado, 17 de octubre de 2009

Gélido

El ventilador gira y gira sobre mí, intentando mecer sin éxito un ambiente aberrantemente denso, como la materia exótica de un hiperquasar. Debería sudar, pero también debería colarse un puto rayo de sol por la ventana y no es así. Nunca la pudo atravesar ninguno, como tampoco pude aprehender mi propia existencia. Odio que el engranaje que une las aspas con el eje emita ese ruido tan jodidamente regular. Es obsceno que exista esa cadencia tan perfecta en el universo. Es antinatural.

El sabor de la última calada a mi cigarro de maría me devuelve a la pesadilla del "estar", también odio volver de mi disimulo y mentira. Llevo más de quinientos años sintiéndome como un erial, observando como los demás pueden vivir y viéndoles morir habiendo vivido. Que repugnante es este plano existencial donde todo es regular, monótono y frío. Cómo la piel de mis glúteos, el arco de mis ojos y como la cavidad de mi abdomen.

Como una tarde de enero en Minsk, como el krill ártico y las fosas de las Marianas. Como tus pies al irte para siempre, como el hálito de los últimos hombres en Leningrado. Cómo todo mi yo.

Y el ventilador sigue girando, incapaz de mover el rancio aire de moscas que me envuelve.


R.V. (Apollo 440 - Stealth Mass in F#m)

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