La falta de la extremidad superior derecha, hacía que Jostein perdiera toda su firmeza, incluso a la hora de coger la taza de té. En breve tendríamos que solucionarlo con carne humana.
Nunca se le hubiera pasado por la cabeza a Oscar, que en el cuarto donde dejaba viajar su mente y sus trazos, se reunirían los seres más grotescos que hubiera parido madre. El olor a trementina inundaba el ambiente y acompañaba a las palabras, haciéndolas más indigestas. Sabía que no íbamos a convencer a Requiem con nuestros argumentos, hacía siglos que había tomado una decisión y nosotros no éramos nadie para cambiarla. Sólo queríamos su arma cuántica.
- Podríais habérmelo dicho antes y nos hubiéramos ahorrado toda aquella masacre en Ática - dijo con su tono frio ofreciéndo su arma a Brian. Algunos de sus gestos me recordaban vagamente a Exequias.
- No sabíamos cual era tu posición - le contesté. - Ni siquiera sospechábamos que habías dejado al E1. - Se me daba bien mentir.
- Ya, claro.
- Entonces... -comencé a tantearlo por última vez- ¿no hay nada que podamos hacer para que te unas a esta causa? - mi pregunta fue adornada por el ruido de la taza de Jostein al caer al suelo.
Requiem se incorporó del sofá, espolsó su gabardina de cuero negra y sopló hacía arriba para apartar algunos cabellos que ocultaban sus ojos.
- No me interesa nada de lo que me ofreceis, nada. Sois iguales que el E1, no os diferenciais en absoluto de ellos. Estoy harto de todos vosotros y de vuestra naturaleza...
- No puedes renegar lo que eres - le dije duramente.
- Tú, no puedes renegar lo que eres - me dijo a pocos centímetros de mi rostro, algo que me incomodaba sobremanera - Nunca has dejado de ser un puto Magistrado a pesar del esfuerzo para mostrar lo contrario. Me das pena, eres igual que Exequias - su aliento era nauseabundo.
Nos miró a todos detenidamente, dejó caer la mirada unos segundos más sobre Óscar y luego sobre Arthur el muerto. Negó ligeramente con la cabeza y desapareció tras el marco de la puerta.
Lo último que supe de él fue el sonido de sus pesados pasos al bajar la escalera de nuestro edificio. Odiaba que tuviera razón.
- Podríais habérmelo dicho antes y nos hubiéramos ahorrado toda aquella masacre en Ática - dijo con su tono frio ofreciéndo su arma a Brian. Algunos de sus gestos me recordaban vagamente a Exequias.
- No sabíamos cual era tu posición - le contesté. - Ni siquiera sospechábamos que habías dejado al E1. - Se me daba bien mentir.
- Ya, claro.
- Entonces... -comencé a tantearlo por última vez- ¿no hay nada que podamos hacer para que te unas a esta causa? - mi pregunta fue adornada por el ruido de la taza de Jostein al caer al suelo.
Requiem se incorporó del sofá, espolsó su gabardina de cuero negra y sopló hacía arriba para apartar algunos cabellos que ocultaban sus ojos.
- No me interesa nada de lo que me ofreceis, nada. Sois iguales que el E1, no os diferenciais en absoluto de ellos. Estoy harto de todos vosotros y de vuestra naturaleza...
- No puedes renegar lo que eres - le dije duramente.
- Tú, no puedes renegar lo que eres - me dijo a pocos centímetros de mi rostro, algo que me incomodaba sobremanera - Nunca has dejado de ser un puto Magistrado a pesar del esfuerzo para mostrar lo contrario. Me das pena, eres igual que Exequias - su aliento era nauseabundo.
Nos miró a todos detenidamente, dejó caer la mirada unos segundos más sobre Óscar y luego sobre Arthur el muerto. Negó ligeramente con la cabeza y desapareció tras el marco de la puerta.
Lo último que supe de él fue el sonido de sus pesados pasos al bajar la escalera de nuestro edificio. Odiaba que tuviera razón.
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