El viento en Helike está predemitado. No hace acto de presencia debido a un capricho celestial, si no a las estadísticas más antrópicas. Contra la pared desconchada de un callejon infesto de basura, su pelo jugaba con el aire a evitar mostrar sus ojos. Ojos de terror. Mirada de pánico.
- Tú fuiste,... tu serás una gran mujer - la pequeña comenzaba a contraer su rostro ante un llanto inminente. - No llores Lidia, por favor. No me temas...
Las lágrimas de ella se perdían en su desordenado cabello. No entendía la existencia como tal. Ni siquiera podía comprender porque un patético anciano se arrodillaba ante ella para procurarle su amor, un amor sucio que nada tenía que ver con el paterno. No quería volver más a ese tenebroso edificio que la vió crecer.
- Quiero irme...
- Lidia, tienes que comprender que eso es imposible - aquel viejo no sabía como hacer entrar en razón a aquella niña que tanto quiso. - Te prometo que no te haré daño...
Acto seguido, sin poder reprimir el calor del pasado, unió su hirsuta cara con la de aquella pequeña, buscando su diminuta lengua con la suya, como una boa húmeda ante su presa. Ahogándola, poseyéndola.
- Camarada general Numan le hemos estado buscando durante horas - interrumpió un hierético Exequias, mirando fijamente tan grotesca escena.
- Coronel... - Numan se sintió violentado por la presencia de su mano derecha e intentó inutilmente mantener la compostura. La niña lloraba. - No podía permitir... que esta niña escapara - tartamudeó.- Me he encargado personalmente de encontrarla, y espero un informe detallado de como es posible que una cria haya podido evitar los controles de vigilancia del jodido Ministerio para la Seguridad del Estado. Es una vergüenza.
- Porque lo sé todo de ti.- contestó la pequeña con la mirada fria y llena de asco. Su rostro pareció haber madurado cincuenta años y Numan palideció.
Exequias giró sobre sus pasos y miró al cielo. Ese cielo copado de antenas de televisión y donde nunca brillaba nada, como la nada que sentía al ver que, poco a poco, el gobierno de Hélike se estaba desmoronando por las bajezas del hombre.
"El sistema era perfecto, los imperfectos fuimos nosotros", escribió en su pequeño diario al llegar la noche...
- Quiero irme...
- Lidia, tienes que comprender que eso es imposible - aquel viejo no sabía como hacer entrar en razón a aquella niña que tanto quiso. - Te prometo que no te haré daño...
Acto seguido, sin poder reprimir el calor del pasado, unió su hirsuta cara con la de aquella pequeña, buscando su diminuta lengua con la suya, como una boa húmeda ante su presa. Ahogándola, poseyéndola.
- Camarada general Numan le hemos estado buscando durante horas - interrumpió un hierético Exequias, mirando fijamente tan grotesca escena.
- Coronel... - Numan se sintió violentado por la presencia de su mano derecha e intentó inutilmente mantener la compostura. La niña lloraba. - No podía permitir... que esta niña escapara - tartamudeó.- Me he encargado personalmente de encontrarla, y espero un informe detallado de como es posible que una cria haya podido evitar los controles de vigilancia del jodido Ministerio para la Seguridad del Estado. Es una vergüenza.
- Porque lo sé todo de ti.- contestó la pequeña con la mirada fria y llena de asco. Su rostro pareció haber madurado cincuenta años y Numan palideció.
Exequias giró sobre sus pasos y miró al cielo. Ese cielo copado de antenas de televisión y donde nunca brillaba nada, como la nada que sentía al ver que, poco a poco, el gobierno de Hélike se estaba desmoronando por las bajezas del hombre.
"El sistema era perfecto, los imperfectos fuimos nosotros", escribió en su pequeño diario al llegar la noche...
Absurd minds - Master builder
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