lunes, 24 de noviembre de 2008

Últimos momentos

Él me gritaba, pero ya no me importaba. Su voz se alejaba para siempre y todo olía a tierra mojada, como antaño, como en los cuentos que relataba mi padre antes de dormir. Incluso comencé a notar el calor de los rayos del sol, ese astro que nunca vi pero que tanto soñé y pinté.

Los gritos apenas eran ya audibles. Ni siquiera me molesté en abrir los ojos... ya estaban abiertos. Y solo luz intensa y calor uterino me regocijaban en mi ser. Me voy para siempre, lo sé, pero no tengo miedo. He intentado ser un buen hombre...y creo haberlo sido. Pero hasta eso carece ya de sentido ahora...

Castillos de arena, sábados de trementina, vientos de invierno.

Que grandioso es el cosmos.

Que apoteósico, el ecosistema del universo...

Madre...

Oscar "el Golem" y la frontera de la nada. (Hammock - Losing you to you)

sábado, 15 de noviembre de 2008

Entre muertos

Justo hoy hace un mes que Frank nos dejó. No por su propio pie claro, si no por culpa de aquel musculoso monstruo de largas trenzas y gorra deportiva. Le arrancó el cuello de un mordisco y no había pegamento humano que arreglara tamaña mutilación. No dudó en tragarse ese trozo de Frank. Consiguió que vomitara y ahora hace que me quiera orinar encima. Me miraba fuera de si, con las venas del cuello a punto de estallar. Era una bestia.

- ¿Además de deforme eres sordo, tio?
- Eh... lo siento...- pude contestarle.
- Sigues consiguiendo que nadie te escuche, Rivers - le dijo con sorna Brian mientras pasaba sus dedos por su nariz.
- ¡Tú cállate hijo de puta! Y tú, capullo, te he dicho que me revientan los putos new romantics de mierda, ¿porqué nos has traido a este sitio? ¿También eres un puto maricón como ellos?
- Sargento, haz el favor de callarte de una vez - salió al paso Alexis.- Sentaos y pedir algo joder.

Era realmente incómodo sentarse junto a esos seres. Ninguno vislumbraba la esperanza de vivir, porque ya estaban muertos. Cansados y hastiados de todo. Una manada de rutina y carne en forma de hombres. Cuando nos sirvieron, y comenzó a sonar el Worlds away de los Strange Advance, Jostein, aquel calvo y enjunto antiguo compañero de Alexis, habló después de mucho tiempo sin hacerlo.

- ¿Qué mentira le has contado a Gein para estar tan seguro de que lograrás convencerlo?

Alexis sonrió y bebió de su vodka.

- Nada, lo que quería oir - contestó Alexis mientras encendía su cigarro.- Simplemete que podría hacer algo de lo que estar orgulloso antes de abandonar todo esto. No tenía nada que perder viviendo un poco más, cuando tenía toda la eternidad por delante para disfrutar de la inexistencia.

Brian no quitaba ojo a Jostein, reía como una hiena, siempre deseoso de beber del dolor de los demás.

- Perfecto - se limitó a contestar Jostein acomodando sus gafas de sol con el dedo índice.

Tuve la necesidad imperiosa de correr a casa y esconderme bajo las sábanas.

martes, 11 de noviembre de 2008

Utopía distópica

El viento en Helike está predemitado. No hace acto de presencia debido a un capricho celestial, si no a las estadísticas más antrópicas. Contra la pared desconchada de un callejon infesto de basura, su pelo jugaba con el aire a evitar mostrar sus ojos. Ojos de terror. Mirada de pánico.

- Tú fuiste,... tu serás una gran mujer - la pequeña comenzaba a contraer su rostro ante un llanto inminente. - No llores Lidia, por favor. No me temas...

Las lágrimas de ella se perdían en su desordenado cabello. No entendía la existencia como tal. Ni siquiera podía comprender porque un patético anciano se arrodillaba ante ella para procurarle su amor, un amor sucio que nada tenía que ver con el paterno. No quería volver más a ese tenebroso edificio que la vió crecer.

- Quiero irme...
- Lidia, tienes que comprender que eso es imposible - aquel viejo no sabía como hacer entrar en razón a aquella niña que tanto quiso. - Te prometo que no te haré daño...

Acto seguido, sin poder reprimir el calor del pasado, unió su hirsuta cara con la de aquella pequeña, buscando su diminuta lengua con la suya, como una boa húmeda ante su presa. Ahogándola, poseyéndola.

- Camarada general Numan le hemos estado buscando durante horas - interrumpió un hierético Exequias, mirando fijamente tan grotesca escena.
- Coronel... - Numan se sintió violentado por la presencia de su mano derecha e intentó inutilmente mantener la compostura. La niña lloraba. - No podía permitir... que esta niña escapara - tartamudeó.- Me he encargado personalmente de encontrarla, y espero un informe detallado de como es posible que una cria haya podido evitar los controles de vigilancia del jodido Ministerio para la Seguridad del Estado. Es una vergüenza.
- Porque lo sé todo de ti.- contestó la pequeña con la mirada fria y llena de asco. Su rostro pareció haber madurado cincuenta años y Numan palideció.

Exequias giró sobre sus pasos y miró al cielo. Ese cielo copado de antenas de televisión y donde nunca brillaba nada, como la nada que sentía al ver que, poco a poco, el gobierno de Hélike se estaba desmoronando por las bajezas del hombre.

"El sistema era perfecto, los imperfectos fuimos nosotros", escribió en su pequeño diario al llegar la noche...


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