martes, 1 de enero de 2008

Viviendo ayer

Los remanentes de aquellos tiempos de baja actvidad solar navegaban todos los días en la mente de Radic. No podía escapar de ellos cuando tenía que liquidar a alguien, por mercenario, ni cuando se acostaba con aquella mujer de clavículas prominentes y garganta quemada, por patético. Dubrovnik estaba ya tan lejos, como los besos de aire caliente que ella le propinaba tan solo por ser. Ya no quedaban ni el sonido de las risas, ni el silencio de las miradas ciclópeas, ni los alientos nocturnos. Se extinguieron y solo perduran en su memoria, como si fuera un tratado de ciencia natural. Fósiles de tiempos en que él lo tenía todo y ahora solo quedan huellas calizas de las voces sin gargantas, de los susurros sin labios y quizás, de los recuerdos sin rostros.

Radic y la soledad de un hombre. (Facto Delafe y las flores azules- Enero en la playa)

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