- Solo tienes que apuntarme y disparar Alexis.
- Tan solo era este momento, ¿verdad? - sin apartar su mirada de Vox, acarició el arma cuántica.- Tan solo era un grito egoista.
- No nos diferenciamos mucho Alexis, no te equivoques.- El tono de Vox sonó más contundente y seco- Tú, los tuyos, Numan o yo, somos iguales.
- No lo creo.
Y de repente, una sonrisa complaciente surgió del entramado de arrugas corruptas de Vox, algo que le hacía grotesco, como si esa mueca no perteneciera a esas tierras surcadas en su rostro por el tiempo.
- Te importa una mierda los hijos de la mutágenesis y su puta madre, cabrón. - Alexis comenzaba a apretar su mandíbula.
- El egoismo, querido coronel, es el que empuja a la supervivencia del hombre. Somos una especie tribal que practicamos el altruismo egoista. Tiempo atrás, los hombres decidieron ayudarse unos a otros, no por una moral pura, si no por el hecho egoista de sobrevivir. Para no perder la dignidad, sus propiedades o la vida.
Vox pronunciaba su discurso con un tono solemne, haciendo recordar a aquellos viejos profesores que ya no existen. Alexis dejo de apretar su mandíbula, prestando atención a las palabras de aquel anciano.
- Ahora nosotros, los que somos como tú y yo, lo practicamos de igual manera pero en un orden inverso. Tú, los tuyos o yo, abrazamos ese egoismo altruista para poder escapar de esta no-vida. Los hijos de la mutagénesis se beneficiarán de tu egoismo, y tú, mi querido Alexis, del suyo. Sin los unos y los otros, sería tarea imposible, ¿no lo entiendes? Aunque ya no lo parezcamos, nunca hemos dejado de ser humanos...
La lágrima de Alexis tenía todas las respuestas, y solo quedaba el destello cuántico.
- Por favor coronel, acaba esta misión y no dejes de mi, ni un recuerdo subatómico.