En Ipsópolis sobreviven los humanos más miserables de Hélike sin reparar en que, con ellos, conviven seres mitólogicos.
Reposaba su cabeza en el respaldo del asiento, mirando detenidamente a un punto en el horizonte difuso de la noche reflejada en el cristal frontal del coche. Ella, a su lado, mantenía su musculatura en una tensión láctica indescriptible.
- Hubo una vez en que yo era como tú - le susurró,- confiado, cándido e inocente.
- ¿Y qué pasó? - le contestó ella en un vano intento de entrelazar sus palabras de forma fluida mientras trataba de contactar su mano con el dispositivo para abrir la puerta del coche.
- El tiempo - Brian comenzó a girar lentamente su rostro hacia ella sin mostrar un mínimo de expresión.- Pululé por abismos insondables y leí demasiado a Houellebecq, demasiado...
Ella se zafó de aquel automóvil y se lanzó en una carrera trepidante por las humedas calles de Ipsópolis, huyendo de aquel monstruo mitológico.
La dejó ir con una media sonrisa, cerró lentamente la puerta del copiloto y puso algo de música.
Lo demás, es historia.