- ¿Has vuelto a escribir tus mierdas? - le dijo en tono susurrante.
Radic no se inmutó, ni siquiera cuando ella cerró violentamente la puerta al entrar. Apoyado en la barandilla de aquel pequeño balcón angosto, continuaba fumando como si estuviera solo.
- ¿Vas a volver a ignorarme como haces siempre?- Laura le plantó su boca a escasos milímetros de su rostro proyectando ese característicoco aroma metalizado de la sangre.
- ¿Volviste a comer carne?- le contesto Radic sin girarse, con tono neutro, contemplado aquellos reflejos de neón que inudaban el infinito horizonte de Ipsópolis. - ¿Has vuelto a follarte a otros?
Laura escupió un coágulo de sangre espumoso que cayó justo al lado de la mano que Radic utilizaba para sostener su cigarro de heroína. Ella le proyectó la mirada del asco, pero también de la rabia.
- No pertenezco a nadie, no soy la sustituta de nadie, ahorrate tus palabras de mierda, tus escritos de mierda y tus poses de perdedor, hijo de puta.
Le arrojó una bola de papel que quedó a los pies del encorvado Teniente Vojnovic. Laura se largó dando otro de sus famosos portazos esta vez a las puertas del balcón. Radic, comenzó a moverse, y como si estuviera preso por un enorme campo gravitacional, se agachó a recoger el papel. Con sus arrugadas manos, intentó darle su forma original. Era la nota que él le había dejado en su almohada mientras ella dormía tras una noche de vómitos y muerte, pero le habían añadido algo más.
"Vuelve, te echo de menos" R.V.
"No sé volver, ayúdame...." L.C.
Y las letras comenzaron a diluirse entre agua y sal.