En la cuarta década, cansado de observar mi senectud, decidí sustituir mi carne por metal. Todos los átomos de mi cuerpo fueron eliminados a cambio de otros de mayor peso, desligándome así de mi estirpe. Tras el primer paso, rápidamente comencé a diseñar el segundo. Fueron años causticos y ácidos, llenos de incongruencias temporales y mentales. Decidí eliminar pues, los rastros de moral y ética que se alojaban en mis membranas de memoria.
Con el sol a mis espaldas y la Tierra frente a mis ojos, rotando lentamente y en silencio, preparé mis armas que tanto me costaron construir. La aniquilación fue total, pulvericé hasta el núcleo caliente que permitió la vida hace eones, levantando olas de magma. Desaparecieron en la nada todo aquello que podía aún reconocer: los puentes, el hotel abandonado, las calles de otoño, el mar, los libros, las sábanas, el olor a geosminas, a ti... todo.
Ahora al fin, y tras tanto tiempo, puedo permitirme el lujo de sentir nostalgia...
Con el sol a mis espaldas y la Tierra frente a mis ojos, rotando lentamente y en silencio, preparé mis armas que tanto me costaron construir. La aniquilación fue total, pulvericé hasta el núcleo caliente que permitió la vida hace eones, levantando olas de magma. Desaparecieron en la nada todo aquello que podía aún reconocer: los puentes, el hotel abandonado, las calles de otoño, el mar, los libros, las sábanas, el olor a geosminas, a ti... todo.
Ahora al fin, y tras tanto tiempo, puedo permitirme el lujo de sentir nostalgia...
2 comentarios:
La nostalgia es algo que se siente. Pero también algo que se padece. Y a veces quema.
Y tanto...
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