miércoles, 29 de abril de 2009

La inviolabilidad de los actos

La sucesión de hechos conforman el entramado espacial del tiempo en este mundo visionado por hombres. La concatenación de momentos es harto imprescindible para la comprensión mental de los sucesos de este, nuestro universo y para este, nuestro cerebro.

A las 4 A.M. un camión oxidado y silencioso realizó una parada en los límites de la cúpula. Sin apagar el motor, su puerta trasera se elevó lentamente para dar paso a cinco figuras lentas e irracionales. Una vez apeadas en aquella silenciosa calle vacía, el camión se despidió sin dejarles un adiós. No importaba, no lo iban a entender. Durante cinco minutos permanecieron inmóviles, con la boca abierta y las miradas elevadas y perdidas. La sucesión de hechos estaba en su punto álgido. Comenzaron a moverse en grupo sin rumbo fijo y proyectando sonidos guturales y arcaicos. Como hace millones de años.

A las 4:30 A.M. aparecieron aquellos con los que nadie desearía toparse. Ocho hombres perfectamente uniformados con los identificativos del Ministerio para la Seguridad del Estado. Silenciosos, metódicos e implacables alzaban sus manos proyectando antimateria sobre aquellas cinco figuras desprotegidas, cuyo único delito había sido volver al estado de reptiliana irracionalidad...

¿Y porqué estaba allí?, solo él lo sabía. Intentaba no moverse a pesar de los temblores que aquella escena tan alucinante le había regalado. Los cartones que cubrían su cuerpo cedieron provocando un golpe seco que atrajeron, al unísono, las miradas de aquellos ocho asesinos. Uno de ellos, el que parecía liderar el grupo, se acercó hasta él, lo alzó del suelo con amabilidad y permitió que le apuntase con un pequeño revolver hacia su cabeza.

Hubo un silencio espeso, casi interminable.

Aquel agente del gobierno, comenzó a abrir su boca, mostrando una hilera de dientes antediluviana. Comenzó a devorarle el brazo que sostenía el arma de una manera pausada, sin que su víctima reaccionara. Solo era miedo. Sucedieron dos disparos, producto del acto reflejo de presionar molares con tendones. Los otros siete se unieron al festín.

A las 5:10 A.M. todo había acabado. En aquella calle solo un esqueleto impoluto sosteniendo un arma yacía en el asfalto, como una macabra escultura. Bajé de la azotea donde observé todo, recogí uno de los femures y me pregunté por mi existencia.

También pensé en mis actos. Tan solo era K.

sábado, 18 de abril de 2009

Décadas y décadas

Parecía un animal fuera de si. Chocaba una y otra vez su cráneo contra la graníticas cuatro paredes que lo engullían. Gritaba de tal forma, que pareciera una bestia mitólogica, una criatura ajena a la Tierra, una pretérita monstruosidad sedienta de sangre. Su piel se podría y de su cabeza bullían chorros de sangre oscura. Llevaba así horas.

- No cejará en su empeño hasta que no sea consciente de su situación - musitó aquel Magistrado que no apartaba su dura mirada del monitor-. Pueden pasar décadas, camarada funcionario.

-¿Décadas? - le pregunté inocente.

- Cuando decida calmarse y hablar -me contestó girando lentamente su cabeza para posteriormente hacerlo sus ojos-, tú ya no estarás en este mundo para escuchar sus palabras.

Y aún hoy en día, mientras yazgo en mi cama a punto de expirar, vienen a mi mente aquellas palabras que ahora toman sentido. Precisamente ahora, tras décadas de vigilar a aquella bestia convulsiva e histérica llamada Andrei.

Covenant - Like tears in rain

viernes, 3 de abril de 2009

El útero cósmico

¿Veinticinco hilos? ¿Veinticuatro?
Aguanta la respiración. No te muevas, apenas tiembles.
¿Veintitrés?
No, mierda son ya dieciocho.
Apenas respires.
Dios.
Piensa en otra cosa.
Que hermosa es la ISS cuando refleja los rayos del sol.
Joder.
Doce, doce putos hilos...
Quiero gritar pero no debo moverme.
Es imposible, la inercia me aleja, Dios, dios, dios...
Yo no veo a ningún Dios en este horizonte cósmico.
Sino es aquí, ¿dónde?
Cinco, cinco putos hilos de acero me unen aún con la ISS. Tranquilo.
Mierda.
Se acabó, joder se acabó.
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
¡No te alejes, joder!
Por Dios, ¡No!
¡Mierda! soy yo el que me alejo.
Voy a morirme, voy a morirme perdido en el puto universo, joder.
Ayudadme... por favor....
Qué inútil va a resultar gritar


(Su última visión, aquel cordón umbilical de metal flotando, como vestigio de su procedencia)
God is an astronaut - Suicide by star

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