De otra forma sería grotesco, incluso cómico. Un puto gordo saltando por los aires hasta quedarse pegado en el techo de una inmensa cúpula, no hace más que recordarme aquellas cómicas películas en blanco y negro de los sábados por la tarde. Sábados que no existen ya. Pero en este contexto se trata de una gran gesta épica.
Gein lo había planeado todo desde el principio en la sombra, como a mí me gustaba hacerlo. Aprendió mucho de mi o eso quiero creer. Decidió averiar la lanzadera de la bomba, utilizó las habilidades de Brian para modificarla con la antimateria de un arma cuántica y decidió colocarla con sus propias manos en una de las ópacas planchas de la cúpula. Cuando el Hércules se alejó de él, dejádolo sólo como a una Voyager ciega, todos sabíamos que iba a suceder.
Mientras, cientos de miles de misiles caían del cielo conducidas por el sociópata de Andrei, para cubrir el último acto de aquel mórbido ser. Cientos de miles de brillantes aleaciones de espermatozoides se deslizaban con majestuosidad por el cielo negro de Hélike, para fecundar a la tierra yerma y quemada por los estragos de la guerra y engendrar a los siameses de la aniquilación y la destrucción.
Y Gein implotó dejando de existir, la antimateria colisionó con su podrida materia dejando hermosos halos de energía, agrietando la cúpula y dejando pasar la luz del sol tras cientos de años de Edad media. Y todos quedamos ciegos, como si un puto evangelio de los que tanto hacía mención Jostein, nos hubiera abierto los ojos. La prueba irrefutable de que más allá de la cúpula había vida, existía calor y el aire era más puro. La prueba que necesitaban los escépticos.
Podría haber sido un jodido chiste del típico gordo torpe, pero fue el acto de expiación de su horrible pasado. Ya no sé quién es héroe o no, pero sin él la historia no se hubiera producido de aquella forma, aunque el determinismo estuviera tras los bastidores.
Pero de lo que estoy seguro es de que Gein sonrió al mismo tiempo que lloró por saberse útil, en su último acto.
Gein lo había planeado todo desde el principio en la sombra, como a mí me gustaba hacerlo. Aprendió mucho de mi o eso quiero creer. Decidió averiar la lanzadera de la bomba, utilizó las habilidades de Brian para modificarla con la antimateria de un arma cuántica y decidió colocarla con sus propias manos en una de las ópacas planchas de la cúpula. Cuando el Hércules se alejó de él, dejádolo sólo como a una Voyager ciega, todos sabíamos que iba a suceder.
Mientras, cientos de miles de misiles caían del cielo conducidas por el sociópata de Andrei, para cubrir el último acto de aquel mórbido ser. Cientos de miles de brillantes aleaciones de espermatozoides se deslizaban con majestuosidad por el cielo negro de Hélike, para fecundar a la tierra yerma y quemada por los estragos de la guerra y engendrar a los siameses de la aniquilación y la destrucción.
Y Gein implotó dejando de existir, la antimateria colisionó con su podrida materia dejando hermosos halos de energía, agrietando la cúpula y dejando pasar la luz del sol tras cientos de años de Edad media. Y todos quedamos ciegos, como si un puto evangelio de los que tanto hacía mención Jostein, nos hubiera abierto los ojos. La prueba irrefutable de que más allá de la cúpula había vida, existía calor y el aire era más puro. La prueba que necesitaban los escépticos.
Podría haber sido un jodido chiste del típico gordo torpe, pero fue el acto de expiación de su horrible pasado. Ya no sé quién es héroe o no, pero sin él la historia no se hubiera producido de aquella forma, aunque el determinismo estuviera tras los bastidores.
Pero de lo que estoy seguro es de que Gein sonrió al mismo tiempo que lloró por saberse útil, en su último acto.
God is an astronaut - Remembrance day