El desgarro anal fue premeditado, como todas las laceraciones, hematomas, fracturas y derrames de pleura que había coleccionado en su milenaria existencia. Pero ella no gritaba, no lloraba ni suplicaba la misericordia a la que tanto se aferraron las demás. Ella sonreía y disfrutaba con el coito anal que la estaba destrozando por dentro.
- Jódete ahora cabrón de mierda.
Lo miraba fijamente a los ojos, sin despegar sus manos del cuello que la sostenía en el aire, como si fuera el último tramo de cornisa que la separara de la caída al vacío. El sexo de Brian abandonó el camino horadado sin atisbo de eyecciones orgásmicas. Solo coágulos de sangre.
- Esto va por mi hermana hijo de puta -la caída al suelo no inmutó su discurso de venganza.- Tú la mataste, tú lo pagas con el puto SIDA.
Y en el suelo, desnuda, amoratada y derramando pequeños hilos de sangre bajo sus piernas, intentaba llamar la atención de Brian Willis. Quería verlo sufrir pero éste solo le devolvió miradas de indiferencia mientras se vestía con su ropa cara e impecable. Ella se vio impotente, ni siquiera había logrado una mueca de estupefacción en el granítico rostro de aquel tipo.
Una vez colocados sus brillantes zapatos, Brian se acercó al oído de aquella mujer despechada y le susurró suavemente: "Recuerda que, no mañana, ni siquiera el año que viene, pero dentro de un tiempo, cuando estés agonizando sola y desgastada, yo aún estaré por aquí y podré borrar el nombre de tu tumba".
Sonríó y se fue.
- Jódete ahora cabrón de mierda.
Lo miraba fijamente a los ojos, sin despegar sus manos del cuello que la sostenía en el aire, como si fuera el último tramo de cornisa que la separara de la caída al vacío. El sexo de Brian abandonó el camino horadado sin atisbo de eyecciones orgásmicas. Solo coágulos de sangre.
- Esto va por mi hermana hijo de puta -la caída al suelo no inmutó su discurso de venganza.- Tú la mataste, tú lo pagas con el puto SIDA.
Y en el suelo, desnuda, amoratada y derramando pequeños hilos de sangre bajo sus piernas, intentaba llamar la atención de Brian Willis. Quería verlo sufrir pero éste solo le devolvió miradas de indiferencia mientras se vestía con su ropa cara e impecable. Ella se vio impotente, ni siquiera había logrado una mueca de estupefacción en el granítico rostro de aquel tipo.
Una vez colocados sus brillantes zapatos, Brian se acercó al oído de aquella mujer despechada y le susurró suavemente: "Recuerda que, no mañana, ni siquiera el año que viene, pero dentro de un tiempo, cuando estés agonizando sola y desgastada, yo aún estaré por aquí y podré borrar el nombre de tu tumba".
Sonríó y se fue.
Lycia - Nine hours later
1 comentario:
Realmente duro.
Un fuerte abrazo desde el Otro Lado.
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