La música de su walkman hacía que corriera más rápido, ni EPO ni ostias. Por entre el tumulto de gente y tráfico de coches, Frank se dirigía veloz a por su jugosa mercancía que tan bien cuidaba Oscar. Aislado del mundo gracias a sus enormes auriculares, chocaba sin importarle con trabajadores o punkies de inverosimiles crestas. Algún automóvil que otro frenaba de golpe para evitar atropellarlo, una cabeza enfurecida emergió de la ventanilla de un seat panda incrépandolo en el silencio de su música, él respondió con un amable dedo mientras esquivaba una motocicleta.
No tardó en llegar al postigo de su amigo y que éste le abriera desde su interfono. Eran cuatro plantas sin ascensor que subió sin flaquear y no fue hasta llegar a la puerta, cuando los Public enemy dejaron de sonar. El olor a trementina era inconfundible, Oscar estaba creando.
- ¿Que tal, Frank? - le recibió Oscar mientras limpiaba con un trapo uno de sus pinceles.
- De puta madre, tio - le contestó observando curioso la decenas de lienzos colgados en aquellas paredes sucias y llenas de brochazos perdidos.- La verdad tio, no entiendo nada de lo que pintas, eso sí, da miedo joder.
- Pues entonces no lo hago nada mal - sonrió con su enorme boca.- ¿Vienes a por lo tuyo?
- Si, tio.
- Sabes que no me hace mucha gracia esconder esta clase de cosas - le comentaba Oscar mientras desaparecía por el largo pasillo.
- Vaya tela de cuadro - se decía a si mismo Frank, mientras que con la boca abierta contemplaba la tela que descansaba en un caballete y que estaba a medio a acabar. Varios rostros humanos se amontonaban unos sobre otros, con sus caras descarnadas, dejando entrever entre sus jirones de carne los rostros que se encontraban por debajo.
- Aquí tienes - le dijo Oscar ofreciéndole un pequeño paquete envuelto con cuidado.- Y haz el favor de tener cuidado.
- Claro tio, con lo que saque de esto te invito mañana a una ronda de vodka en Ática.
- Si claro, que menos - Oscar volvió a coger uno de sus finos pinceles y se quedó mirando el rostro de su joven amigo.- ¿Qué son esas manchas que tienes en la cara?
- ¡Ah!, no lo sé tio, aparecieron de la nada hace cosa de una semana, voy a tener que ir al doctor en breve a ver que pasa - le contestó sin darle mucha importancia.- Oye Oscar te dejo que llevo prisa, te cojo una cuchara y papel de aluminio antes de salir, ¿ok?
- Si, anda y cuidate. Tienes una vida por delante,... toda una vida - se quedó meditando Oscar mientras un portazo lo dejaba de nuevo en silencio.
Y Frank siguió corriendo escaleras abajo, atravesando las calles mientras brincaba y movía sus brazos al ritmo de su música, sin importarle el presente, ni el futuro. Corre Frank, corre más que el tiempo, que éste pronto te alcanzará en alguna esquina de esta ciudad donde las luces nunca se apagan...
No tardó en llegar al postigo de su amigo y que éste le abriera desde su interfono. Eran cuatro plantas sin ascensor que subió sin flaquear y no fue hasta llegar a la puerta, cuando los Public enemy dejaron de sonar. El olor a trementina era inconfundible, Oscar estaba creando.
- ¿Que tal, Frank? - le recibió Oscar mientras limpiaba con un trapo uno de sus pinceles.
- De puta madre, tio - le contestó observando curioso la decenas de lienzos colgados en aquellas paredes sucias y llenas de brochazos perdidos.- La verdad tio, no entiendo nada de lo que pintas, eso sí, da miedo joder.
- Pues entonces no lo hago nada mal - sonrió con su enorme boca.- ¿Vienes a por lo tuyo?
- Si, tio.
- Sabes que no me hace mucha gracia esconder esta clase de cosas - le comentaba Oscar mientras desaparecía por el largo pasillo.
- Vaya tela de cuadro - se decía a si mismo Frank, mientras que con la boca abierta contemplaba la tela que descansaba en un caballete y que estaba a medio a acabar. Varios rostros humanos se amontonaban unos sobre otros, con sus caras descarnadas, dejando entrever entre sus jirones de carne los rostros que se encontraban por debajo.
- Aquí tienes - le dijo Oscar ofreciéndole un pequeño paquete envuelto con cuidado.- Y haz el favor de tener cuidado.
- Claro tio, con lo que saque de esto te invito mañana a una ronda de vodka en Ática.
- Si claro, que menos - Oscar volvió a coger uno de sus finos pinceles y se quedó mirando el rostro de su joven amigo.- ¿Qué son esas manchas que tienes en la cara?
- ¡Ah!, no lo sé tio, aparecieron de la nada hace cosa de una semana, voy a tener que ir al doctor en breve a ver que pasa - le contestó sin darle mucha importancia.- Oye Oscar te dejo que llevo prisa, te cojo una cuchara y papel de aluminio antes de salir, ¿ok?
- Si, anda y cuidate. Tienes una vida por delante,... toda una vida - se quedó meditando Oscar mientras un portazo lo dejaba de nuevo en silencio.
Y Frank siguió corriendo escaleras abajo, atravesando las calles mientras brincaba y movía sus brazos al ritmo de su música, sin importarle el presente, ni el futuro. Corre Frank, corre más que el tiempo, que éste pronto te alcanzará en alguna esquina de esta ciudad donde las luces nunca se apagan...
The Organ - Memorize the city
4 comentarios:
mmmm al doctor? no eran medio muertos?
Oscar y Frank no pero el tipo gris que va con ellos no es medio muerto, está totalmente muerto.
:*
"...esta ciudad donde las luces nunca se apagan."
No sé qué tiene esta canción que inevitablemente hace pensar en una ciudad sombría (aunque tenga multitud de puntos luminosos) y en el tiempo que corre y te lleva con él.
P.D. Tendré que plantearme en serio hacer un viaje atrás en el tiempo por esta ciudad.
Cuando desees, sus calles permanecen estáticas en el tiempo, esperando pasos.
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