Su sexo olia a fosas comunes y su aliento a la prodedumbre de lo orgánico. Los días que debía acudir a su hogar o cuando él venía a buscarme, me invadía una inquietud terrible, la ansiedad devoraba mi estómago y apenas podía controlar mi lengua al tropezar con el paladar. Aquel hombre de nombre extraño, era parco en palabras y escaso en gestos, como si se hubiera cansado hace tiempo de pronunciarlas y de utilizar sus músculos para informar de su esencia.
Cualquier persona se apartaría rápidamente de su lado, por su horripilante figura, por sus obscenas facciones. Yo era una de las pocas que accedía a sus bajos deseos, los cuales, parecían no extasiarle lo más mínimo. No lo hacía por dinero, ni siquiera por pena, eran sus ojos. Sus hundidos globos oculares me mostraban la tristeza más eterna que hubiera podido ver en un cyan o en un lago al atardecer.
Siempre era Noviembre en sus ojos.
La joven de los puentes de Hélike (Aereogramme - Nightmare)
Cualquier persona se apartaría rápidamente de su lado, por su horripilante figura, por sus obscenas facciones. Yo era una de las pocas que accedía a sus bajos deseos, los cuales, parecían no extasiarle lo más mínimo. No lo hacía por dinero, ni siquiera por pena, eran sus ojos. Sus hundidos globos oculares me mostraban la tristeza más eterna que hubiera podido ver en un cyan o en un lago al atardecer.
Siempre era Noviembre en sus ojos.
La joven de los puentes de Hélike (Aereogramme - Nightmare)