lunes, 5 de abril de 2021

Bloques y Ecos

De repente una playa. No una familiar. Páramo de arena inmenso cubierto de plásticos de colores letales, arrastrados por olas grises y fangosas. Lejos quedaba de ser un paraíso. Caminé dubitativo, intentando acercarme a bloques infinitos de hormigón, que dibujaban en el horizonte una grotesca e inmensa brutópolis. Calor, moscas y gritos en un idioma que no conocía, se arremolinaban poco a poco en torno a mi. Aceleré el ritmo. Tras varios minutos alcancé aquellos bloques que pasaban por viviendas presumiblemente abandonadas debido a su herrumbe y pestilencia. Pero no, allí vivían personas de facciones extrañas y dialectos imposibles de interpretar. Mi vista me decía que era Sucre, pero su olor me indicaba Pristina. Corrí. Subí bloques por escaleras de hormigón desnudo, intentando llegar al corazón de esa mole, esquivando hierros, rocas y basura imposible.El mar cada vez quedaba más lejano y la altura comenzaba a lanzarme esos terribles tentáculos magnéticos. En ninguna planta a la que subía existía barandilla o protección que pudiera defenderte de aquellas garras atractoras. Y ese holor a humedad. Me mareaba. Cerré los ojos y respiré. Y ahí estaba de nuevo, solo, en la oscuridad de un lugar que pareciera familiar, pero no lo era. Grité tu nombre. Y el vacío solo me devolvió mi eco. No era un sueño y estaba perdido.


Hammock - Ten things I have learned about the sea


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