sábado, 11 de diciembre de 2021

Eran tiempos extraños

   Tiempo atrás le temblaba el pulso. Ahora, liaba su papel de fumar repleto de hierba y el "toque" mágico que tanto le gustaba, sin un atisbo de sismicidad orgánica. Porque lo orgánico y él eran un oxímoron. El papel se enrrolló perfectamente entre sus uñas negras, tras muchos siglos haciendo la misma maniobra. Lo selló con su seca lengua y prendió ese canuto evasor que tanto necesitaba. Nunca le haría efecto, ya que lo que está muerto hace tiempo que se evadió.

- ¿Y ahora? - le dijo ella mientras se encontraba sentada frente a él, presa de un estado disociativo que la empujaba como la gravedad propia de un quasar, a mirar al suelo sucio y desgastado.

- El mismo diálogo que venimos repitiendo años y años, y que no lleva a ninguna parte. -dijo él con un tono cansado mientras se envolvía en una humareda axfisiante de opiáceos - ¿qué palabras deseas escuchar?

- Las justas y necesarias, las que nunca pronunciarás.

- Las que no existen.

- ¿Por qué te quedaste conmigo?

Y Radic dudó, porque lo sabía, pero era vergonzoso admitirlo. No todos podemos admitir toda la verdad y escupirla a quién está enfermo. Laura en ningún momento apartó la mirada del suelo. Se levantó repentinamente y lo miró con ojos sin vida.

- No hace falta R., ya lo sé.

Y abandonó la estancia para irse a cazar. Sería una noche vacía como las demás, llena de trozos de carne, que como trofeos, desfilarían entre sus piernas frías y cadavéricas. Y quizás, en el clamor de la batalla de la carne, devoraría a sus presas para ayudarla a encontrar las palabras que necesitaba. Las que no existen. 

Y la mano izquierda de Radic tuvo un espasmo involuntario...

GEMS - Medusa

jueves, 12 de agosto de 2021

Nación-estado

Bienvenidos a mi nación-estado. Donde los sueños autodeterminados quedan inscritos en la Constitución más antigua de la historia. Y en el marco del derecho de la no-realidad, el futuro de los hombres y mujeres se rige en armonía. Una nación cimentada en el colectivismo, donde la libertad se entiende como el progreso de todos. Pero yo elegí estatismo. Elegí fijar el tiempo a pesar de ser contranatura. Pero, ¿qué somos nosotros si no productos del artificio? ¿Y qué si el tiempo quedo suspendido en el mejor momento? Una nación que impregna de recuerdos desde los rincones más ocultos del ministerio de la prensa libre hasta el tugurio más sordido de Ipsópolis. Disfrutemos de la historia, disfrutemos de ese sonido o fragancia que te hace viajar atrás, a ese momento que no volverá y que aprieta tu garganta hasta que una ponzoñosa lágrima de puta nostalgia aflore de unos ojos viejos.



domingo, 11 de julio de 2021

Raygam

Porque un sistema no es perfecto. Ni siquiera la realidad virtual que habitas y construyes con el paso de los años, aquellos años que de vez en cuando se dilatan en un horizonte de sucesos. Hay ciertas grietas, que a cambio de luz, dejan pasar un lodo nauseabundo de oscuridad. Esa materia densa y palpitante que realmente conforma tu ser y que intentas tapar de alguna forma. Cada vez asomas menos, no sé bien, si es porque te tengo controlada, o quizás, sea el preludio de una gran erupción inminente, donde un festejo de lenguas de alquitranada oscuridad emanará desde lo más profundo de mi mente.

Calor sofocante, detalles arquitectónicos obnubilando mi memoria a corto plazo y caminar. Todo oscilando al ritmo de los efluvios de un alcohol suave y tu sonrisa. Tu olor y tu piel, el lenguaje universal. Y al llegar a ese lago inmenso, sabía que el palpitar oscuro estaba en su fondo. Conozco ese esfuerzo, el de reprimir su existencia, el de ahogarlo en lo más fondo del lago. 

Volví. Y en la soledad, siento que afloran pequeños hilos negros de ella. Aún tengo fuerzas para reprimirla, pero tengo miedo de que me pille desprevenido. Y tú la veas...


lunes, 5 de abril de 2021

Bloques y Ecos

De repente una playa. No una familiar. Páramo de arena inmenso cubierto de plásticos de colores letales, arrastrados por olas grises y fangosas. Lejos quedaba de ser un paraíso. Caminé dubitativo, intentando acercarme a bloques infinitos de hormigón, que dibujaban en el horizonte una grotesca e inmensa brutópolis. Calor, moscas y gritos en un idioma que no conocía, se arremolinaban poco a poco en torno a mi. Aceleré el ritmo. Tras varios minutos alcancé aquellos bloques que pasaban por viviendas presumiblemente abandonadas debido a su herrumbe y pestilencia. Pero no, allí vivían personas de facciones extrañas y dialectos imposibles de interpretar. Mi vista me decía que era Sucre, pero su olor me indicaba Pristina. Corrí. Subí bloques por escaleras de hormigón desnudo, intentando llegar al corazón de esa mole, esquivando hierros, rocas y basura imposible.El mar cada vez quedaba más lejano y la altura comenzaba a lanzarme esos terribles tentáculos magnéticos. En ninguna planta a la que subía existía barandilla o protección que pudiera defenderte de aquellas garras atractoras. Y ese holor a humedad. Me mareaba. Cerré los ojos y respiré. Y ahí estaba de nuevo, solo, en la oscuridad de un lugar que pareciera familiar, pero no lo era. Grité tu nombre. Y el vacío solo me devolvió mi eco. No era un sueño y estaba perdido.


Hammock - Ten things I have learned about the sea


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