martes, 5 de marzo de 2013

y FINALmente...

...todo se acaba. Veinticinco años donde cayó el muro, creé un enorme escupitajo capaz de inundar la calle del mar y patinaba por el kilométrico y angosto pasillo del eco eterno. Pasaron muchos hechos pero algunos quedarán grabados en mi cortex hasta que se desintegre o una enfermedad neurodegenerativa campe a sus anchas. Como el miedo a las jeringas que pastaban por doquier, el barco que nunca funcionó, el olor a humedad de sus escaleras, las maquinas de juego encendidas de 10 a 24 y los enormes helados de mantecado. 

Ya no habrá más kioskos con enormes masas grasientas dormitando, ni más timbres esperando la respuesta de la diversión del juego de los niños, ni misterios ni hostias. Ahora toca comportarse como un adulto y dar ejemplo. Hasta que, como dije, una enfermedad neurodegenerativa campe a sus anchas, se me hinchen los cojones y vuelva allí para no volver jamás a este mundo plagado de grises sin ningún ocre bucólico.

Vete a la mierda tiempo.

Curiosos

Radar...

Tráfico de hombres