Cuando desperté esta mañana, un tufo nauseabundo impregnaba la habitación. Curiosamete el cuarto donde pasaba la mayoría de las horas del día ya no me parecía familiar. Nada había cambiado, todo estaba en su correcto lugar, era aquel horrible olor. Salí de entre el remolino de mantas y edredones y comprobé que el hedor era aún más intenso. Comencé a olisquear a mi alrededor para intentar comprobar de donde procedía ese olor tan misterioso mientras intentaba contener que mi poco contenido estomacal saliera eyectado contra el suelo. Debajo de la cama, dentro de los armarios, en la ventana, pareciera que aquella peste vomitiva estuviera en todos lados.
Me sentí nervioso, como si sospechara vagamente de donde podía provenir, quise quitarme la idea de mi cabeza y sali presuroso de mi habitación la cual ya me resultaba ajena. Al abrir la puerta comprobé dos cosas, más allá del marco de la misma solo permanecía la nada, tan solo el cero absoluto pululaba aquello que ni siquiera era espacio ni tiempo. El segundo aspecto era el terrible estado de descomposición en la que se hayaba mi cuerpo. Al igual que al despertar, olvidé todos mis sueños recientes e inmediatamente recordé cual era mi situación real.
domingo, 18 de diciembre de 2011
Despertares
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NVS
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9:29:00 p. m.
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sinápsis
Etiquetas: Inmolaciones internas
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