La ambivalencia la mata y el relativismo la aniquila.
Volvía a casa tras un rato dando vueltas por el rabal, bebiendo absenta y fumando crack. Abrazada a si misma no conseguía levantar la mirada del suelo empedrado, donde antes transcurrían carruajes ahora lo hacían taxis. Evitaba a la gente, por lo que se dejaba llevar por un zig-zag de callejuelas. Le daba igual llegar una que cinco horas después, tenia todo el tiempo del cosmos.
Una mano curtida la cogió en peso y la otra la invitó a desnudarse apoyando un cutter en su cuello. No apartaba la mirada del suelo húmedo, no lograba entender los gritos amenazantes de aquel que solo veía en ella un sexo.
- Soy bruma de electrones, a pesar de que penetres mi carne nunca conseguirás fusionarte en mi esencia.
Ni las verdades absolutas pueden contra los actos triviales del hombre. Nada de lo verdaderamente importante puede frenar los impulsos, las ideas enquistadas y el modo de actuar de los seres humanos, encerrados en banalidades que se esfumarían con el respiro de un quasar. La ambivalencia moral del acto que estaba por realizar le hizo mirar el sexo ciclópeo que la amenazaba, impasible busco los ojos de su dueño y solo vio a un ser más débil que ella. En potencia era una asesina, por lo que no le llevaría la contraria. Deus ex machina.
Abrazada a si misma en la medianoche de su vida, notaba con los dedos de sus pies la húmeda masa encefálica del que una vez respiraba tras su nuca. El acto acabó con una vida. Hace dos minutos existían dos en aquel callejón, hasta ella duda de que ahora exista alguna. Solo es bruma de electrones, vacío material que contiene pensamientos vacíos. ¿Cómo el vacío podía imaginar, pensar, soñar? ¿Cómo puede la nada cuántica poder sobrellevar el relativismo moral de un acto?
- Oh Radic, hijo de puta te quiero ¡Radic, ¿dónde estás?! Te necesito ya... la existencia me está matando... ¿donde estás? Hijo de puta...
Vomitó sobre el cráneo abierto, y volvió a meterse los dedos. La lluvía comenzó su papel de barrendero y ella sonrió.
Existir demasiado conlleva serios problemas para cerebros que tras millones de años de evolución, no están preparados para la eternidad. Mañana será otro día, trivialmente humano.
Trisomie 21 - Midnight of my life
Una mano curtida la cogió en peso y la otra la invitó a desnudarse apoyando un cutter en su cuello. No apartaba la mirada del suelo húmedo, no lograba entender los gritos amenazantes de aquel que solo veía en ella un sexo.
- Soy bruma de electrones, a pesar de que penetres mi carne nunca conseguirás fusionarte en mi esencia.
Ni las verdades absolutas pueden contra los actos triviales del hombre. Nada de lo verdaderamente importante puede frenar los impulsos, las ideas enquistadas y el modo de actuar de los seres humanos, encerrados en banalidades que se esfumarían con el respiro de un quasar. La ambivalencia moral del acto que estaba por realizar le hizo mirar el sexo ciclópeo que la amenazaba, impasible busco los ojos de su dueño y solo vio a un ser más débil que ella. En potencia era una asesina, por lo que no le llevaría la contraria. Deus ex machina.
Abrazada a si misma en la medianoche de su vida, notaba con los dedos de sus pies la húmeda masa encefálica del que una vez respiraba tras su nuca. El acto acabó con una vida. Hace dos minutos existían dos en aquel callejón, hasta ella duda de que ahora exista alguna. Solo es bruma de electrones, vacío material que contiene pensamientos vacíos. ¿Cómo el vacío podía imaginar, pensar, soñar? ¿Cómo puede la nada cuántica poder sobrellevar el relativismo moral de un acto?
- Oh Radic, hijo de puta te quiero ¡Radic, ¿dónde estás?! Te necesito ya... la existencia me está matando... ¿donde estás? Hijo de puta...
Vomitó sobre el cráneo abierto, y volvió a meterse los dedos. La lluvía comenzó su papel de barrendero y ella sonrió.
Existir demasiado conlleva serios problemas para cerebros que tras millones de años de evolución, no están preparados para la eternidad. Mañana será otro día, trivialmente humano.
Trisomie 21 - Midnight of my life