sábado, 27 de septiembre de 2008

Bruma electrónica

La ambivalencia la mata y el relativismo la aniquila.

Volvía a casa tras un rato dando vueltas por el rabal, bebiendo absenta y fumando crack. Abrazada a si misma no conseguía levantar la mirada del suelo empedrado, donde antes transcurrían carruajes ahora lo hacían taxis. Evitaba a la gente, por lo que se dejaba llevar por un zig-zag de callejuelas. Le daba igual llegar una que cinco horas después, tenia todo el tiempo del cosmos.

Una mano curtida la cogió en peso y la otra la invitó a desnudarse apoyando un cutter en su cuello. No apartaba la mirada del suelo húmedo, no lograba entender los gritos amenazantes de aquel que solo veía en ella un sexo.

- Soy bruma de electrones, a pesar de que penetres mi carne nunca conseguirás fusionarte en mi esencia.

Ni las verdades absolutas pueden contra los actos triviales del hombre. Nada de lo verdaderamente importante puede frenar los impulsos, las ideas enquistadas y el modo de actuar de los seres humanos, encerrados en banalidades que se esfumarían con el respiro de un quasar. La ambivalencia moral del acto que estaba por realizar le hizo mirar el sexo ciclópeo que la amenazaba, impasible busco los ojos de su dueño y solo vio a un ser más débil que ella. En potencia era una asesina, por lo que no le llevaría la contraria. Deus ex machina.

Abrazada a si misma en la medianoche de su vida, notaba con los dedos de sus pies la húmeda masa encefálica del que una vez respiraba tras su nuca. El acto acabó con una vida. Hace dos minutos existían dos en aquel callejón, hasta ella duda de que ahora exista alguna. Solo es bruma de electrones, vacío material que contiene pensamientos vacíos. ¿Cómo el vacío podía imaginar, pensar, soñar? ¿Cómo puede la nada cuántica poder sobrellevar el relativismo moral de un acto?

- Oh Radic, hijo de puta te quiero ¡Radic, ¿dónde estás?! Te necesito ya... la existencia me está matando... ¿donde estás? Hijo de puta...

Vomitó sobre el cráneo abierto, y volvió a meterse los dedos. La lluvía comenzó su papel de barrendero y ella sonrió.

Existir demasiado conlleva serios problemas para cerebros que tras millones de años de evolución, no están preparados para la eternidad. Mañana será otro día, trivialmente humano.



Trisomie 21 - Midnight of my life

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Momento varado

Las estrellas de este lugar están hechas de luces de neón. Es fácil llegar a esa conclusión cuando se observa la vasta inmensidad de Hélike desde la ventanilla del metro, a su paso por la ladera del monte Io. Como una lombriz mecánica y torpe, surge de las entrañas de la tierra para reptar por unos railes elevados que solo le dará unos minutos de respiro, él pertenece a las profundidades.

A altas horas de la madrugada, mi vagón permanece solitario, como burlona síntesis de mi vida. El rosario transcurre una y otra vez por mis viejos dedos, huérfano de rezos, bastardo de nihilismo. Y el hilo musical entona una y otra vez la misma pieza, creando el estado ideal de melancolía, el escenario estático de un recuerdo. Que bién se lo ha trabajado Numan.

Me mezco suavemente al compas de las irregularidades de las vías, adentrándome indiferente en la sombra imponente de la montaña, dejando atrás las estrellas de neón, los taxis y el vaho de las alcantarillas. Y todo desapareció de mi ventanilla, la roca granítica e inmovil atrapa los vagones devorándolos como a un gusano. Pero la ciudad sigue ahí afuera, la experiencia de la continuidad del espacio y del tiempo que mi rudimentario cerebro humano me ha proporcionado con la experiencia, me hace creer la falacia de la realidad... oh dios, otra vez el razonamiento, otra vez la garganta de la tierra que me deja a oscuras. Otra burlona síntesis de mi vida.

Jostein Jhonsen - Viajes después de una explosión.


Trisomie 21 - Come in paradise

martes, 16 de septiembre de 2008

La carrera contra el tiempo

La música de su walkman hacía que corriera más rápido, ni EPO ni ostias. Por entre el tumulto de gente y tráfico de coches, Frank se dirigía veloz a por su jugosa mercancía que tan bien cuidaba Oscar. Aislado del mundo gracias a sus enormes auriculares, chocaba sin importarle con trabajadores o punkies de inverosimiles crestas. Algún automóvil que otro frenaba de golpe para evitar atropellarlo, una cabeza enfurecida emergió de la ventanilla de un seat panda incrépandolo en el silencio de su música, él respondió con un amable dedo mientras esquivaba una motocicleta.

No tardó en llegar al postigo de su amigo y que éste le abriera desde su interfono. Eran cuatro plantas sin ascensor que subió sin flaquear y no fue hasta llegar a la puerta, cuando los Public enemy dejaron de sonar. El olor a trementina era inconfundible, Oscar estaba creando.

- ¿Que tal, Frank? - le recibió Oscar mientras limpiaba con un trapo uno de sus pinceles.
- De puta madre, tio - le contestó observando curioso la decenas de lienzos colgados en aquellas paredes sucias y llenas de brochazos perdidos.- La verdad tio, no entiendo nada de lo que pintas, eso sí, da miedo joder.
- Pues entonces no lo hago nada mal - sonrió con su enorme boca.- ¿Vienes a por lo tuyo?
- Si, tio.
- Sabes que no me hace mucha gracia esconder esta clase de cosas - le comentaba Oscar mientras desaparecía por el largo pasillo.
- Vaya tela de cuadro - se decía a si mismo Frank, mientras que con la boca abierta contemplaba la tela que descansaba en un caballete y que estaba a medio a acabar. Varios rostros humanos se amontonaban unos sobre otros, con sus caras descarnadas, dejando entrever entre sus jirones de carne los rostros que se encontraban por debajo.
- Aquí tienes - le dijo Oscar ofreciéndole un pequeño paquete envuelto con cuidado.- Y haz el favor de tener cuidado.
- Claro tio, con lo que saque de esto te invito mañana a una ronda de vodka en Ática.
- Si claro, que menos - Oscar volvió a coger uno de sus finos pinceles y se quedó mirando el rostro de su joven amigo.- ¿Qué son esas manchas que tienes en la cara?
- ¡Ah!, no lo sé tio, aparecieron de la nada hace cosa de una semana, voy a tener que ir al doctor en breve a ver que pasa - le contestó sin darle mucha importancia.- Oye Oscar te dejo que llevo prisa, te cojo una cuchara y papel de aluminio antes de salir, ¿ok?
- Si, anda y cuidate. Tienes una vida por delante,... toda una vida - se quedó meditando Oscar mientras un portazo lo dejaba de nuevo en silencio.

Y Frank siguió corriendo escaleras abajo, atravesando las calles mientras brincaba y movía sus brazos al ritmo de su música, sin importarle el presente, ni el futuro. Corre Frank, corre más que el tiempo, que éste pronto te alcanzará en alguna esquina de esta ciudad donde las luces nunca se apagan...

The Organ - Memorize the city


miércoles, 10 de septiembre de 2008

Caleidoscópica realidad

"El acto más anodino o la miseria humana más execrable pueden ser convertidas en el suceso épico más grande de la historia.

Una melodía apropiada, una velocidad de imagen adecuada y un plano conseguido hacen que lo trivial, superfluo o intranscendente sean fácilmente transformados en hitos.

Dadme una imagen y yo os proporcionaré un hecho histórico...".


Dennis Adameck. Director de Información y Propaganda del Estado.

martes, 9 de septiembre de 2008

Otro momento perdido

Las persianas metálicas se alzaban como un telón con su característico ruido férreo creando el compás de la mañana junto con las notas del afilador, era la sinfonía del comienzo laboral.

- Lo único que buscas es una figura paternal - le dijo mientras le acomodaba uno de sus zapatos.


Los niños lloraban mientras eran arrastrados hacia el submundo de los castillos grises con verjas y mesas verdes. El magazine matinal comenzaba a sonar en la televisión del piso de arriba mientras un marido sin esperanzas increpaba a una mujer sin marido.

- ¿Es que crees que eres adivino? - constestó ella sintiéndose incómoda, mezclando su sangre una y otra vez con el sherpa de la evasión.

La sirena de una ambulancia regalaba efectos Doppler en la ventana.

- Son muchos años de experiencia humana. Puedes poner una coma o no al término de mi frase y ambas tendrán un significado adecuado a mis circunstancias - al fin pudo cerrarle la hebilla, se incorporó lento y la miró fijamente.

Dos despertadores sonaron al unísono en el patio de luz, convergiendo destinos diferentes.

- Siempre es Noviembre en tus ojos - se soltó la goma, puso los ojos en blanco y se tumbó en la cama.

Mientras dejaba que la heroína surtiera efecto sobre ella, vestida y abrazada a la almohada, él encendió el primer cigarro del día en el portal de aquel edificio. Las luces de Hélike se hicieron más claras, emulando una mañana. Empezaba un día nocturno y el sabor del tabaco borraba las huellas de un sexo sin nombre.

Buenos días.

Slowdive - Some velvet morning


Curiosos

Radar...

Tráfico de hombres